18. esto si, esto no.

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Llegamos a la ciudad. Era preciosa, he de reconocerlo. Los coches circulaban a toda velocidad y la verdad, me encantaba el honor a esfalto calentado por el sol. Respire lo más fuerte y hondo que pude.

-¿Qué haces?

Dijo entre risas mai.

-me encanta este olor.

-pero... ¡Estamos en un gasolinera!

Flavia se río y puso los ojos en blanco...

-déjala, es rara

-¡eh!

Le di un pequeño golpe en el hombro.
Se quejo aunque no le hubiese hecho daño.

-¿Y ahora? ¿para donde?

-por aquí.

Maitane nos guió por una acera que estaba al lado de la carretera. Al cabo de media hora llegamos.

-No se que haremos después...

-¿Por?

-por las compras, Mery siempre compra bolsas a montones.

-y ahora tenemos dinero de sobra.

Todas reímos. En nuestro último concierto nos habían pagado doscientos, por lo que teníamos trescientos euros para los modelitos más monos.

Ya estábamos en el centro de la ciudad, ahí hicimos muchas cosas antes de ir al centro comercial, que se encontraba en la otra punta.

Primero desayunamos unas crepes en un bar vintage.

Después fuimos a visitar la ciudad.

Y por último entramos en un museo, con la entrada gratis, y nos encantó. Era de arte. Flavia se desesperaba pero mai y yo disfrutábamos como un niño en una jugueteria.

Y ya está, ya estamos en el centro comercial.

Echamos un vistazo a las tiendas que hay, son geniales y hay más de las que pensaba.

Una vez echado el ojo a algún modelito nos lo probamos. Todas dando nuestra opinión. Este si, este no. Decimls según nos gusta o no.

Son ya las dos y nos vamos a un restaurante a comer, como solo nos quedan veinte euros Cogemos lo más barato de comida rápida.

-¿Qué tal lo habéis pasado?

Dice Mai con una sonrisa.

-Genial

Dice Flavia, y lo dice de corazón. Lo que me sorprende.

-cada vez os parecéis más.

-¿nosotras?

Decimos fla y yo a la vez.

-si, Mery hace mucho ejercicio todas las mañanas y he pillado a la de ojos verdes corriendo algún día. Luego, cada vez fla tiene un estilo más parecido al tuyo. Y a Mery se le ha aclarado el pelo y es más sociable.

Las dos nos quedamos con la boca abierta, miro mi pelo. Es verdad, tengo algún mechón marrón claro. Como si me hubiese echo unas californianas.

-ah, Maria. No le digas a nadie pero te van a nombrar reina del baile.

-¿a mi?

-Sí

-¿Por?

-ya veras.

-¿quien será el rey?

-Ahhh...

Mai se hace la misteriosa. Así que le hago a Fla las mismas preguntas. Ella también lo sabe pero hace como que no.

-Bueno, ¿volvemos? Se esta haciendo tarde.

Miro el reloj, las cuatro.

-si, vamos, que volver nos cuesta un rato.

-volvimos al autobús cargadas con siete bolsas mínimo cada una.

Cuando llegamos al pueblo la gente nos mira como si fuésemos de otro planeta. ¡Si, llevamos bolsas! ¿Y qué?

Unos chicos que pasaban por ahí y no había visto en mi vida nos gritaron todas las guardadas habidas y por haber. Mai les hizo el corte de manga y nos fuimos. Oímos como nos silbaban por detrás.

-¿quienes son?

Pregunte.

-son de otro pueblo, supongo.

-Ah vale.

Sonreí satisfecha, aunque no me lo crea aun ya me conozco a casi todos los de pueblo. Sobretodo a los chicos que son los que más se acercan.

Llegamos a mi casa. Bueno a nuestra casa, porque también es de flavia. ¡Ah! y de mis padres.

En fin, que llegamos a casa. Subimos a trote las escaleras y nos volvimos a probar todo.

Bikinis, camisetas, vestidos, pantalones, zapatos, complementos, y más cosas estaban esparcidas por el suelo de mi cuarto o si no estaban acumuladas en montaña en la cama o en las sillas.

-¡¿necesitáis tanta ropa?!

Dijo mi padre con una sonrisa burlona.

-Claro.

Respondimos las tres a la vez.

-Ah. Vale, vale... como veáis. Luego recogeis, ¿eh?

-Sí, sí.

Dije con tono de ironía.

-Mery...

-Vale, recogeremos.

-A si me gusta.

Y desapareció detrás de la puerta, se oye como va a buscar a mi madre y le pregunta si le ayuda en el huerto.

Ya son las ocho, y aquí seguimos, sin saber que llevar al baile. Queda un día. Bueno, tenemos tiempo de pensar.

Hemos decidido que vamos a pasar la noche juntas ya que mis padres se van a un congreso a París durante una semana. ¡justo lo que queda para que empiece el colegio!

También hemos decidido que hoy no vamos a saber nada de chicos, hasta cuando alguien llama a la puerta.

-¡ya voy!

Grito a la tercera vez que llaman. ¡que impaciente el que este fuera!

Abro la puerta y... ¡sorpresa! Son los chicos.

Cada uno lleva una bolsa y una pizza en la mano. Con caja, claro.

-¿Qué hacéis aquí?

-Pasábamos por aquí.

Dice Javier encogiendose de hombros.

-¿con bolsas y pizza?

-eh... ¿si?

-en fin, pasad.

-Gracias.

De repente se oye a mai gritar desde arriba que quien es. Le grito que los chicos y se oye como alguien baja a toda velocidad por las escaleras.

Cada una abraza a su novio. De repente caigo que no están chris ni luis.

-¿Donde están?

Me intereso.

-están viniendo, tienen algo que enseñarnos.

-Vale.

Pasada medida hora de pizza y chistes llaman a la puerta. Me levanto como si tuviera un resorte pegado en el culo.

Abro la puerta y abrazo a chris y a Luis, que me da un poco de pena. Chris me besa y me susurra al oído que me quiere.

-oh

Se me escapa. Yo también te quiero le digo al oído.

-que si, que os queréis mucho.¿cual es la sorpresa?

Dice Flavia que estaba detrás.

-Ah si...

Y nos enseña una caja de cartón...

Todos empezamos a gritar.

Es genial.

la fórmula de la felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora