CAPÍTULO 18

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La situación no puede seguir así para las tres, demorarlo más solo nos hará daño, por eso le he pedido a Eva vernos a solas en el cobertizo, allí nadie nos molestará. La verdad es que estoy muy nerviosa y tengo miedo de que esta conversación no termine bien. De hecho, creo que es lo más probable que suceda, pero intentaré que no ocurra eso.

Eva tarda unos minutos en llegar y eso no hace más que ponerme peor, no quiero que se eche atrás y se niegue a hablar conmigo, a tener esta conversación que ambas necesitamos. Lo que vamos a hablar no va a ser agradable para las dos, pero sí necesario, no podemos seguir así.

Finalmente, Eva llega y no la veo más tranquila que yo, aprieta sus manos hasta ponerlas rojas y fuerza una rápida y pequeña sonrisa al verme a modo de saludo. Odio esta situación que se ha formado entre nosotras, parecemos dos desconocidas obligadas a compartir un mismo espacio y tiempo y que se sienten incómodas por ello.

—Hola —saluda ella sin saber muy bien cómo empezar esto.

—Hola —respondo sintiéndome un poco rara.

En estos días casi no nos hemos dirigido la palabra y el beso de anoche en la fiesta sorpresa de Elena no ha hecho más que empeorar mi situación con Valeria. En otra ocasión se lo hubiera tomado a broma, pero tal y como nos encontramos sabemos que Eva me besó a propósito, y ahora viene saludándome como si nada hubiera pasado. No la entiendo.

—¿De qué quieres hablar?

—Lo sabes —respondo al instante y sonando un poco brusca.

Eso hace que levante la vista de sus manos ya rojas de tanto apretarlas y frunza el ceño. Esto no va a terminar bien, ya lo veo venir. Eva se cruza de brazos y adopta una posición defensiva incluso antes de que pueda abrir la boca.

—Lo que tengas que decir, dímelo ya.

—Eva, no me lo pongas más difícil.

—Vas a dejarme.

—¿Dejarte? ¿Cuándo hemos sido algo? —inquiero incrédula por sus palabras.

Eva agacha la cabeza y aprieta los labios. Ha sido ella desde el principio quien ha marcado las distancias entre nosotras y quien controlaba los tiempos. No le gustaba que yo fuera cariñosa con ella frente a las demás, pero ella podía serlo conmigo cuando quisiera. No me permitió que pudiera enamorarme de ella y cuando eso ocurrió me lo callé para no joder lo poquito que teníamos y con lo que me conformaba, pero ahora ella sí puede sentir algo por mí. Fue ella la que dijo que nada de sentimientos y ahora me recrimina que vaya a "dejarla", como si hubiéramos estado en una relación y yo le hubiera puesto los cuernos. Estoy alucinando.

—¿Te recuerdo lo que me dijiste en este mismo sitio hace dos años?

—No, no hace falta —responde sin levantar la vista del suelo.

Su voz se ha escuchado ligeramente emocionada y eso me hace pisar el freno y cambiar mi actitud, con ella enfadada es más que suficiente, no debo ponerme igual o acabaremos en una fuerte discusión que ninguna de las dos nos merecemos por el cariño que todavía nos tenemos.

—Eva, lo siento, pero sabíamos que este día iba a llegar tarde o temprano.

—¿Te gusta mucho? —pregunta entonces mirándome.

Sus ojos están vidriosos, pero ella está haciendo un gran esfuerzo por impedir que salga ni una sola lágrima. Asiento a su pregunta y ella vuelve a desviar la vista hacia otro lado, aprieta la mandíbula y traga fuerte. Su pecho se hincha en un gran bocanada que suelta después intentando calmarse.

—También me gustabas.

No sé si hago bien confesándole esto ahora o solo conseguiré hacerle más daño, pero necesito que comprenda que yo estuve en el mismo lugar en el que se encuentra ella ahora y sé lo que duele no ser correspondida. Eva me mira sorprendida e incapaz de detener por esta vez una primera lágrima.

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