CAPÍTULO 19

192 36 9
                                    

No me puedo creer que esté aceptando la ayuda de Verónica para reconquistar a Sofía, pero si tengo una mínima oportunidad para conseguirlo, no pienso desperdiciarla. La que hasta hace unos días era mi enemiga, se ha convertido en mi aliada y ha limpiado un poco el cobertizo y lo ha adornado con unas velas en el suelo formando un corazón. Las hemos encendido entre las dos y me ha deseado suerte antes de irse. Sofía debe estar llegando y el corazón me va a mil, es la primera vez que preparo algo así para ella para demostrarle que la quiero de verdad y que todavía puede darme una oportunidad. Si de verdad estuvo una vez enamorada de mí, puede volver a estarlo.

La puerta del cobertizo se abre y Sofía se detiene incluso antes de entrar mirando sorprendida el corazón de velas. Luego dirige la mirada a mí y le entrego una sencilla rosa de origami que la propia Verónica me ha enseñado a hacer, y para ser la primera vez que hago una figura de papel no me ha quedado nada mal.

—¿Qué es todo esto, Eva? —inquiere Sofía.

La sonrisa que había dibujado de oreja a oreja para ella se desvanece poco a poco al no encontrar en sus ojos el brillo que esperaba ver. Ni siquiera ha avanzado, continúa parada en el dintel de la puerta, poniendo metros de distancia entre ambas e ignorando la rosa que le he ofrecido.

—Solo quiero que me des una oportunidad para...

—Eva, ¿en serio? —me interrumpe impaciente y se da media vuelta para marcharse.

Rápidamente cojo su mano y tiro suavemente de ella para hacerla entrar, no quiero enfadarla, pero tampoco voy a dejarla escapar tan fácilmente, pienso luchar por ella hasta el final. Sofía no se resiste, pero en su expresión adivino que solo se queda por compasión a mí. No me gusta eso. No quiero que sienta lástima por mí, lo que quiero es que me mire con el mismo deseo de nuestras primeras veces. La rutina nos ha hecho daño, estoy segura, y quizás eso ha provocado que nos hayamos distanciado y que ella se fijara en Valeria, la novedad, pero eso puede cambiar. Estoy dispuesta a hacer lo que sea por recuperarla, por volver a tener lo que teníamos y mejorarlo, llevarlo a un nivel más.

—Sofía, todavía podemos arreglar lo nuestro —digo tratando de sonar calmada y no desesperada—. Te quiero y sé que tú a mí también, ¿por qué no lo intentamos?

—Ya hemos hablado de esto, no hay nada que arreglar porque nunca hemos sido nada.

—Pero podemos serlo ahora —rebato apresurada.

—Estoy con Valeria, me gusta y quiero intentarlo con ella. Lo siento si te duele aceptarlo, pero así están ahora las cosas.

—Sabes que eso no va a durar nada.

—¡Me da igual! —replica ella perdiendo la paciencia— No me importa si dura un mes o un año, Eva, pero quiero estar con ella, ¿tanto te cuesta entenderlo?

Sofía resopla fuerte y se lleva las manos a la cabeza, golpeando sin querer la rosa que no logro evitar que caiga suelo. Tampoco le hace falta pisotearla para que la tristeza se apodere de mí, aprieto fuerte los ojos para evitar llorar y cojo aire para seguir intentándolo.

—Dame solo una hora —le pido—. Si en una hora no consigo enamorarte, te dejaré en paz.

—Eso no funciona así...

—Déjame intentarlo, por favor —la interrumpo cada vez más desesperada.

Sofía va a replicar de nuevo, pero se lo piensa unos segundos y finalmente decide aceptar, aunque otra vez estoy viendo la dichosa compasión en ella. La invito a entrar al cobertizo, el lugar donde cometí el mayor error poniendo esa estúpida norma entre nosotras. Lo hice por miedo a volver a sufrir por amor y también porque nunca se me había pasado por la cabeza tener nada con ninguna chica. Todo ocurrió muy deprisa: la ruptura con mi novio y liarme con Sofía. Solo quería protegerme, pero con el tiempo se ha convertido en nuestro problema, ya que ella tuvo que reprimir sus sentimientos por no alejarse de mí y ahora estoy pagando las consecuencias.

La FraguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora