CAPÍTULO 10. CLOE

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Tras una semana horrible, el lunes me despierto con algo más de fuerza para afrontar y seguir mis rutinas de siempre

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Tras una semana horrible, el lunes me despierto con algo más de fuerza para afrontar y seguir mis rutinas de siempre.
Todavía me duele  demasiado el corazón y mi cuerpo no está recuperado del todo del aborto, pero confío que el paso de los días me sirva para sanar.

Luna a vuelto a la casa de su padre y su madre ya se ha ido a trabajar, por lo que cuando bajo a desayunar, solo me encuentro a mi padre con una taza de té en su mano.
—¿Cómo te encuentras?
Esa pregunta se ha vuelto bastante habitual.
—Un poco mejor, hoy iré a la universidad, no me quiero retrasar más en los estudios —comento mientras me preparo el desayuno.
—¿Quieres que te lleve?
Me giro hacia él, me mira algo preocupado.
—No hace falta, papá. Creo que andar un poco me va a sentar bien. Por cierto, creo que me quedaré allí todo el día y comeré en la cafetería, no hagáis comida para mí.
—Está bien... —su voz no suena muy convencida—. Si necesitas que vaya a recogerte o lo que sea, llámame —añade tras unos segundos.
—Sí...

🏐

Por el camino hacia la universidad voy pensando en cómo pedirle perdón a Sofía. Debe estar muy dolida y lo entiendo perfectamente, si hubiera sido al revés yo también me enfadaría bastante. No sé qué podría decirle para que me perdone. He roto la confianza que teníamos y ahora no sé si hay alguna forma de restaurarla...

Creí que caminaría más lento pero al final he llegado antes de tiempo a clase. Me siento en mi sitio habitual y saco mi móvil. En la última semana apenas lo he mirado y ojalá lo hubiera mirado menos todavía, así no me hubiese encontrado con el mensaje y la foto que me mandó Ana. Tengo varias conversaciones sin abrir. Me siento mal por haber ignorado a todo el mundo pero no me sentía con fuerzas de hablar...

Alejandro se sienta a mi lado y me saluda con una amplia sonrisa.

—Qué alegría verte por aquí de nuevo, ¿Cómo estás? —me pregunta con su habitual amabilidad.
—Mejor, gracias por preguntar —le respondo con una pequeña sonrisa.
—Me alivia saber eso, estaba preocupado por ti. Te hablé por WhatsApp pero después me contó Sofía sobre lo de Thomas y no quise insistir mucho.

Escuchar el nombre de Thomas me afecta pero intento disimularlo.

—Si... perdón por no haberte contestado, estaba muy desanimada —me sincero.
—No, no me tienes que pedir perdón, lo entiendo—pone su mano sobre la mía a modo de consuelo—. Pero quiero que sepas que puedes contar conmigo para lo que sea.

Alejandro me sonríe con dulzura y yo imito su gesto. Sé que lo dice de verdad. Es un chico muy bueno y desde que nos conocimos se ha portado genial conmigo. Durante el primer año de carrera nos hicimos muy amigos, junto con Sofía, pues tenemos los mismos hobbies y pasábamos también mucho tiempo estudiando juntos en la biblioteca.

—Hola Sofi —exclama Alejandro mirando hacia la entrada de la clase.

Sofía lo saluda tímidamente con su mano y se sienta lejos de nosotros, confirmando que sigue enfadada conmigo.

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