Camino hacia la entrada de la residencia, pienso en Giulia y en la forma en que describió este lugar, hablándome de cómo los ancianos necesitaban compañía, de cómo podía marcar una diferencia en sus días. En ese momento, me sonaba sencillo, incluso divertido. Ahora, mientras me acerco a la recepción, siento algo de nervios e incertidumbre.Al entrar, una mujer con cara de pocos amigos está sentada detrás del mostrador, revisando unos papeles. Levanta la mirada y me observa, de arriba abajo, con una mezcla de desconfianza y desaprobación.
—Hola, soy Luna —digo con tono amable y tratando de sonar segura—. Estoy aquí para... el voluntariado.
La mujer me observa un segundo más y luego asiente con desgano.
—Sígueme.
La sigo en silencio, me lleva por un pasillo que parece interminable, hasta llegar a una sala común. Al entrar, un olor a humedad y desinfectante se mezcla en el aire, dándome una bienvenida extraña. A lo largo de la sala, varios ancianos están sentados en sillas y sofás desgastados. Algunos se ven tranquilos, hablando con sus compañeros; otros tienen una expresión de melancolía, casi ausente. Un par de ellos me miran al pasar, como si intentaran entender quién soy y qué hago aquí.
Empiezo a sentir cómo los nervios se apoderan más de mí.
—¿Y... ahora qué hago? — le pregunto a la mujer, en un tono más débil de lo que planeaba.
Ella suspira y me lanza una mirada de exasperación, como si mi pregunta fuera ridícula.
—Hazles compañía —responde, casi escupiendo las palabras—. Eso es lo que has venido a hacer, ¿no?
Y antes de que pueda decir nada más, se da la vuelta y se va, dejándome allí plantada en medio de la sala.
Me quedo inmóvil, sintiéndome como una intrusa en un mundo que no entiendo. Esto no es en absoluto lo que imaginaba cuando Giulia me habló del voluntariado. En mi mente, me veía charlando animadamente con ellos, escuchando historias fascinantes o tal vez tocando alguna canción para levantarles el ánimo. Pero aquí estoy, rodeada de miradas que apenas me reconocen, de personas a las que ni siquiera sé cómo acercarme.
Respiro hondo, tratando de calmarme.
Levanto la vista, recorriendo la sala una vez más. Algunos ancianos murmuran entre ellos; otros miran la televisión sin mucho interés. De pronto, noto a una mujer encorvada en una silla al fondo, que parece mirarme. Su expresión es apacible, y aunque su rostro está surcado de arrugas, sus ojos brillan con algo que no logro descifrar.Doy un paso hacia ella, dudando, sin saber si acercarme. Me pregunto dónde estará Giulia, si estará en alguna otra sala como esta, más cómoda de lo que me siento yo aquí. Dejo esos pensamientos de lado y doy otro paso hacia la mujer que me observa desde la silla. Cuando llego hasta ella, su sonrisa se hace más grande, pero su expresión parece muy distante a esta realidad.
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Entre las redes || Historia LGBT ||
Novela JuvenilEntre las redes del equipo femenino de voleibol, conocido como "Las panteras", se esconden rivalidades, ambiciones, amistades, amores, desamores, sororidad, miedos, sueños, inseguridades, traumas, reencuentros y despedidas. ¿Será el equipo capaz de...