I—¡Cómo!
Angie no podía creerlo, se volvió hacia su jefe y éste le sonrió con malicia. Lo miró con los brazos en jarras.
—¿Por qué no me dijiste antes? No puedo venir mañana. ¡Ya te he explicado mi motivo!
—Mira, Angie. No me interesan tus motivos —contestó él, usando un tono autoritario que no podía asustarla ni un poco—. Acaban de confirmarme. Van a llegar a México por la madrugada, en pocas horas. —Miró su reloj de pulsera como para enfatizar que realmente faltaba muy poco—, si tú no puedes venir mañana no es mi problema.
—¿A qué hora dijiste?
—A la una.
—¡Tengo que hacer ese maldito pago!
—Ay, Angie. Baja la voz. Pareces histérica.
—No me puedo perder esto —dijo mordiéndose las uñas—. ¡Ni siquiera tengo el disco en versión material! ¿Cómo puede pasarme esto a mí?
—Angie, deja de gritarme. Los demás van a pensar que me mangoneas.
Ella soltó un bufido y rodó los ojos. Carlos podía infundir miedo a cualquiera, podía hacer que a cualquiera le temblaran las piernas con su voz autoritaria y su físico de director de escuela. Alto (más de un metro con ochenta y seis centímetros), calvo, ligero sobrepeso y una intensa mirada que podía poner los pelos de punta a cualquiera. Cualquiera, menos a Angie que lo conocía mejor que nadie. Carlos y ella eran amigos, más que jefe y empleada. Quizá Carlos fuera sólo un poco más chico que su padre, pero muy en el fondo él era un hombre bastante agradable. Se había abierto a ella para platicar sobre los problemas matrimoniales por los que pasaba. De no ser por eso Carlos y su esposa hubieran terminado divorciados, ahora se querían más que cuando eran jóvenes. Carlos le agradecía siempre el apoyo recibido y así Angie le tomó cariño desde entonces. Se tomó también la confianza para tratarlo como si fuera su hermano.
—¿Por qué has hecho esto de un día para otro? —inquirió ella, prefirió sentarse frente al escritorio—. Los fans se van a poner bien furiosos.
—Nena, yo no lo pedí. Fueron ellos. Uno de esos tres hermanos... Matthew algo.
—Matt Canavan —aclaró Angie—. Es el bajista del grupo, hermano gemelo de Brad quien es el vocalista principal.
—Como sea. Él. Me dijo que llegarían más temprano de lo planeado y que tenían un día libre por si quisiera realizar una firma de autógrafos. Le dije que era buena idea y en seguida lo publiqué en el sitio de internet. Ya muchos colocaron sus comentarios diciendo que piensan venir. Te digo para que... Si puedes venir... —Carlos enfatizó sus palabras con una sonrisa burlona—, entonces tal vez quieras traerte tu cámara y tomar algunas cuantas fotos para la revista.
—Eres un maldito desgraciado, aprovechado, injusto y... y que trata mal a sus empleados. Soy la única a la que haces trabajar más y... y...
—Ah, párale. Eres mi consentida, eso todo el mundo lo sabe.
—Tengo que hacer ese pago mañana. No puedo otro día y el domingo se vence el plazo. En sábado y domingo estamos de acuerdo que no abren los bancos. ¡Cuándo voy a poder!
—Nena, tú sola te metes en problemas, será mejor que te vayas a casa, duermas bien y sigas con tu día como si no pasara nada malo.
—¿Y perderme la firma de autógrafos?
—Entonces no vayas a Acapulco.
—Tengo que ir, Josi ya pagó su boleto. Además a ti también te conviene que vaya.
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Rojo Amanecer ©
Ficción GeneralCuando un corazón se lastima una vez, ¿puede volver a amar? Angie es una mujer fuerte, ha sobrevivido a la muerte de su hija y a un difícil divorcio. Su vida ha continuado su curso como cualquier otra. Es fotógrafa profesional y periodista. Trabaja...