Capítulo 44

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Eros

Si Maxim creía que no me iba a enterar de lo que le hizo a mí mujer. A mí Diosa. A mí pequeña. Y salirse con la suya...

Estaba equivocado

Muy equivocado

Han pasado tres días. Tres días desde que Shein tuvo su viaje de negocios. Donde le pedí amablemente que en tres días debía volver , pero a ella le gusta hacer lo que le place. Por ello, llegó un día después. Un maldito día. A mi me gusta que cumplan su palabra, si me dices azul, es azul. Si me dices dos, es dos. Me molesta que no cumplan su palabra. Y ella no lo hizo, por eso la castigue.

No puede salir al menos en una semana de la casa. Al menos, no sin mí. Protesto como siempre lo hace. A veces me pregunto: ¿De donde coño saca tanta energía para pelear?. Yo solo con decir una palabra, todos acatan.

Pero ella no es todos

Cosa, que me lleva a querer tenerla aún más. Cuando me dijo del divorcio me altere. Porque ella solo me pertenece a mi. No pienso dejar que se valla con otra persona. Que otro la tome, acaricie, bese o incluso la haga suya.....

Me da cólera

Llegue a Rusia para tener una muy linda platica con mi querido socio. Voy a dejarle las cosas bien claras. Cuando mi psique llego a la casa. Juro que iba a matarla. Toda gana se fue cuando le vi su labio mordido, su mandíbula morada por el hematoma. Mate a los escoltas que prometieron cuidarla. La rabia que tenia esa madrugada. Jamás la había experimentado, menos por una mujer. El saber que alguien no solo la beso, sino que tuvo el atrevimiento de tocarla, golpearla.....

Hierve mi sangre

Llego a la propiedad de mi socio, bajo del vehículo para dirigirme a toda velocidad a su oficina. No me detengo, no escucho. Solo la imagen de mi esposa con el golpe en su rostro se planta en mi mente. Recordándome  mi visita. No hay negocios. No hay tratos. Solo condiciones que si no las acata....

Hasta aquí llega nuestra alianza

Abro la puerta para encontrarme a dos ratas juntas.

Lya y Maxim

Los tengo malnacidos

—¡Eros, mi amor!—la peli negra corre hacia mi. Le dedico una mirada fulminante, que la detiene a un par de metros.

—No vuelvas a dirigirme la palabra—anuncio con voz dura—Nunca en tu miserable vida, vuelvas a dirigirte a mí, mucho menos me llames amor.

Clava su mirada en mí dolida. Hago caso omiso y paso por su lado para dirigirme a mi mayor objetivo. Aunque con la peli negra también tengo una platica pendiente.

—Veo que te llego mi mensaje—se burla con una sonrisa cínica.

Maldito

—Si vamos a ser socios, dejemos las cosas claras—coloco mis manos sobre el escritorio—Uno, nadie toca a mi mujer. Dos, ella queda fuera de esto. Tres, no vuelvas a verla. Pensarla. Mucho. Pero mucho menos, te atrevas a volver besarla. De lo contrario, voy a invadir tu puto país y lo haré explotar—amenazo pero solo se digna a sonreír.

—¿Qué tu que?—Habla Lya perpleja.

Se posiciona al lado de su hermano quien sólo me mira, su sonrisa me molesta. Lo hizo a propósito, lo sé. Pero con que fin.

—Esto es increíble...El gran Eros enamorado—comenta con ironía—Aunque lo admito, con esa hermosa morena de excelente cuerpo. Yo también caería—me mira en busca de molestia.

¿Me molesta?

¡Por supuesto que si, maldita sea!

—Cuida tu lengua. A menos que quieras perderla—respondo.

La Muñeca de la mafia [Mentiras Y Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora