Capítulo 68

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—Agua, por favor….

—¿Quieres agua?.

Asiente sin fuerzas. Su tono no es más que un leve susurro que se necesita estar muy cerca para escucharlo. Voy por un vaso para llenarlo con vinagre; vuelvo hasta ella para agacharme. La dueña de ojos azules hace un esfuerzo por intentar sentarse al menos. Pero le es inútil, la falta de nutrientes afectó su cuerpo más rápido de lo que creí. Sujeto su mentón para colocar el recipiente de cristal en sus labios. Escupe al instante en que el líquido amargo toca sus labios. Se aleja cayendo a un lado. Me levanto para verla desde aquí con una sonrisa ladina.

—¿Esa era la exigencia por el agua?.

Se limita a mirarme con dagas en los ojos. Voy por la silla para traerla y sentarme de pierna cruzada frente a ella. Me inclino a un lado para bajar el envase y dejarlo en el suelo. Me cruzo de brazos para esperar que me diga lo mismo de siempre.

—Déjame ir—solloza.

—¿Porqué lo haría?—indago divertido.

Se sujeta las rodillas para llevarlas a su pecho. Se mueve hacia delante y hacia atrás. Ladeo mi cabeza ante su acción y bufo incrédulo.

—Te prometo que no volverás a verme nunca más en tu vida—comienza con la canción—Solo quiero irme con mi hermano. Quiero irme de aquí.

Chasqueo mi lengua mientras disfruto de ver como se ha ido quebrantando al pasar los días. La he sometido a descargas, latigazos, he jugado con su dieta. Con su sueño. No me arrepiento de todo lo que he hecho, cometió un error, uno muy, pero muy grave. Y debe ser pagado.

—¿Cuántas veces mi esposa repetía esas palabras?—pregunto con voz dura.

—Eros no…

—¡Cuantas!.

—Todos los días—solloza—Todos los malditos días.

—¿Y llegaste a soltarla?.

Niega varias veces con su cabeza. Detesto que no respondan con palabras, es una falta de respeto.

—Responde, sino te hago tragar esta mierda—siseo entre dientes, amenazándola.

—La ignoraba. Todos los días la veía, veía como la golpeaban pero nunca interferí—balbucea mientras que su mirada se pierde en un punto en el suelo.

—Bien, ahí tienes tu respuesta.

Sus ojos intentan buscar los míos. Me suplican que la suelte y detenga su dolor. Que ya no la lastime mas. Solo que no funcionará esta vez. Lya siempre se mostraba fuerte. Ser creía una mujer mala, peligrosa. Jugando por la vida, pisoteando a la gente. Sin embargo, aquí está. Llorando y suplicando para que la deje libre.

—Estoy aburrido, juguemos a las adivinanzas ¿Te parece?.

Su labio tiembla y su mirada decae. Froto mis manos para bajar mi pierna e inclinarme hacia delante.

—Veamos….—junto mis dedos sobre mis labios pensativo—¿Quién tendrá dos agujeros en las manos?.

—Por favor Eros…

—¡Responde!.

Traga grueso al mismo tiempo que sus ojos se cierran dejando caer un par de lagrimas que recorren sus mejillas lentamente, como si de leves caricias se tratase.

—Yo.

—¡Felicidades, estas aprendiendo!—exclamo entusiasmado.

Me levanto para ir por dos escoltas que me ayuden a traerla a una silla que tengo preparada. Los hombres llegan y repiten la acción de las cadenas, la levantan y Lya se deja arrastrar hasta que la sientan. Amarran sus manos y pies dejándola inmóvil.

1:La Muñeca de la mafia [Mentiras Y Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora