Capítulo 64

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Eros

Sacar a Shein del hospital de Italia no fue sencillo…

Estuvimos tres días en ese lugar, ya no veía la hora de irnos a casa. A España. Shein se opuso a salir de la habitación del hospital, dijo que esa era su habitación, que era su casa. Hizo berrinches cuando tomé las cosas para guardarlas en una maleta. Lorenzo y Bruno reían mientras que yo….

Debía lidiar con la pequeña sin memoria quien no dejó de insultarme por llevármela

Estos tres días hemos avanzado un poco en cuanto a sus recuerdos. Recuerda que está casada, a Artemis, maldito enano. Recuerda el campo de rosas, pero a mí no. Ahorita estamos en la avioneta rumbo a nuestro hogar. Ella está a dos asientos delante de mí. Enojada. Subirla aquí fue un reto, peleó hasta el punto de rendirse. Incluso al llegar al aeropuerto comenzó a gritar que la estaba secuestrando.

Algo que es cierto

Bruno quería quedarse con ella pero me opuse al instante. Nadie me iba a separar de ella. Ya tuve suficiente con estos meses de ausencia, dolor y desesperación. No quería más. Me levanto de mi asiento para ir con la loca de mi esposa quien se encuentra de brazos cruzados mirando por la ventana. La recorro con mi mirada para ver su estado.

Su cabello sigue aún sin ese brillo que poseía, los golpes ya casi no se ven como antes, su perfil sigue intacto.

—Deja de mirarme , pedazo de pervertido—dice duro.

Sonrío al escuchar sus palabras

—Estorbas mi vista, maleducada—le respondo divertido, gira para mirarme con su cara de culo.

Aun con los hematoma, aun con su labio roto y seco, aun con su peso bajo. Se ve tan hermosa. Shein tiene ese tipo de belleza que, no importa que tan feo se vista, o que tan desagradable pueda ser su expresión. Siempre habrá algo que te haga voltear a mirarla.

—Hay más ventanas.

—A mí me gusta esta—me encogí de hombros.

—Pues, te jodes. No pienso moverme de aquí—responde muy jacta para volver a darme la espalda.

Olimpo, imploro paciencia

Me doblo hasta llegar a su altura. Quiero tocarla, besarla, tenerla sobre mí. Acunar su mejilla en mi manos mientras mis labios devoran los suyos. Solo que …

Me la han dañado tanto, que ni siquiera puedo rozarla

—¿Qué quieres?—suelta en un suspiro.

A ti
—Que quite esa expresión.

—¿Y cuál quiere que tenga? Si me ha secuestrado, sacado de mi hogar y separado de mi familia.

Un momento, acaba de decir…

—¿Familia?.

—Si, Lorenzo y….

Piensa un instante lo que dirá, me lleno de ansiedad al ver que esta recordando. Quiero que prosiga , que termine la oración pero pestañea varias veces hasta que no dice nada más.

La Muñeca de la mafia [Mentiras Y Secretos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora