A un par de metros de encontrarse con la muerte, un ruido arrasó con todos los demás y una luz blanca enceguecedora marcó un círculo sobre ellos. Paulo subió la mirada para encontrarse con un helicóptero sobrevolando sus cabezas. Mierda. Tenían compañía.
En las alturas, el piloto se arriesgó a quitar sus manos de los controles para acomodarse los lentes torcidos.
—¿Podés dejar de apuntarme con eso?
En vez de convencerlo, sólo logró que Enzo amartillara el arma contra su sien. —Matá a todos menos al de marrón —abajo, los villanos ignoraron la luz viendo que no les hacía nada y continuaron avanzando hacia Paulo —. ¡Dale, ya!
El piloto finalmente le hizo caso y Paulo se tapó los oídos cuando los disparos comenzaron a sonar como bombas a su costado. Se agachó cada vez más hasta hacerse un bicho bolita en el pavimento. La próxima vez que abrió los ojos, estaba en el centro de una marea de sangre, y sus múltiples heridas pasaron a ser nada en comparación.
Una vez que la luz dejó de apuntarlo directamente y el helicóptero se meció hacia un lado, Paulo pudo ver al hombre subido en la cabina. Se llevó una mano al antifaz. —¿Enzo?
Cuando Julián escuchó ese nombre ser pronunciado a través de la máscara que estaba en el suelo al costado de su cabeza, no dudó en tomar la tela entre sus dedos y gritar: —¡¿Enzo?!
—¿Julián? —su voz de terciopelo casi le hacía olvidar que tenía un tiro en la pierna. Casi.
—¡¿Ese sos vos?! ¡¿Cómo mierda hiciste?!
Por encima de su máscara apareció Cuti y le comenzó a dar golpes en la panza. No eran tan violentos como al principio pero aún así le dolían.
—Me dijiste que viera cómo llegar al centro, así que fui a la comisaría y le robé el arma al cana. Resulta que es más fácil conseguir un helicóptero que un coche —explicó, pero de inmediato se interrumpió para hacer algo que Enzo creyó que era golpear con dicha arma al piloto —. ¡Quedate quieto, la concha de tu madre!
Julián le lanzó una telaraña en la boca a Cuti que lo hizo retroceder desconcertado. —Sé que es el momento menos indicado, pero cómo me calentás, Enzo.
—Los puedo escuchar, ¿saben? —Paulo comentó, tosiendo violentamente contra el micrófono.
—¿Estás bien? Llegué a ver cuando te tiraron contra el vidrio.
—Sí, pero creo que tengo un par de costillas rotas.
Julián gimió de dolor cuando Cuti lo tiró contra la cornisa. —Bienvenido al club.
La llamada quedó olvidada rápidamente, siendo Lionel el único que no había respondido. Julián se concentró en Cuti y en la jeringa que había logrado recuperar. Ahora el problema era que Cuti estaba como loco. Parecía un perro rabioso que caminaba por las paredes, y a él no le quedaba mucha energía para seguir.
Saltó de la cornisa e hizo que Cuti lo siguiera hacia el Obelisco. Julián lo escaló sin problemas y terminó por armar toda una red de telarañas sobre las que se podía balancear mientras esperaba a que Cristian lo siguiera. Lo único que podía hacer era cansarlo.
Lionel ya tenía la cara seca. Cuando se separó de Pablo y el remolino de viento que se había armado sobre la zona dejó de hacer estragos en su pelo, miró al muchacho casi con indiferencia.
—Rebelión en la granja —dijo —. Ese es el libro.
Pablo no supo qué decir, así que asintió como si dijera "después lo voy a leer". De algún modo, ver a Pablo así, tan vivo pero a la vez tan muerto por dentro le generó rabia, porque no era que no podía hacer nada: simplemente no lo había pensado lo suficiente.
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todo niño sensible 》julienzo.
Fanfictionjulián no está al fondo del último eslabón social pero se mantiene al borde, teniendo que lidiar con su vida escolar, un mejor amigo que no puede estar un segundo sin besar a una mujer y el hecho de que se convierte en un superhéroe de la noche a la...