39. Antiguo luto perenne.

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Pones un águila dentro de una jaula
y crees que no soy lo suficientemente fuerte para escapar.
Pero me niego a dejar que me hagas sentir que no puedo volar.
No solo volveré a volar, sino que seré dueño del puto cielo, sí.
Entonces levanté el dedo medio.
Ya terminé de ser tu esclavo.
– Bohnes, "Middle Finger"

Amé como la muerte a la vida, y odié como la vida a la muerte.

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Querido Caos, espero que la vida te sonría.

Bienvenidos al capítulo final, el cierre a una historia que nunca tuvo un comienzo concreto, pero sí un quejumbroso final.

Caí presa de la decepción, la punta del iceberg. Él sabía que mi mente sobrepensaba y, aun así, lo hizo. Lo subió, esperando que yo pudiera verlo. Con el tiempo, en esos casos en los que hacen justamente lo que les dijiste que más te dolía, comprendes que no son personas dignas de tu amor. Duele darte cuenta de que la persona que amas realmente no existe; que fue tu mente, que ahora se la pasa repitiéndote: "¡Te la creíste!" La imagen que había diseñado en mi cabeza jamás me hubiera lastimado como él. Jamás hubiera publicado esas conversaciones sabiendo que las leería y me dolería el hecho de que realmente sí se aburrió de mí y, por eso, está conociendo a alguien más. Jamás me habría hecho sentir insuficiente y, sobre todo, jamás hubiera disfrutado arrancarme el corazón y arrebatarme la paz. ¿Por qué carajo no dijo la verdad? Todo sería mucho más sencillo si de sus labios se hubiera escapado alguna palabra cargada de honestidad. Si hubiera sido valiente para confesarme de frente que ya me había dejado de amar.

Todo hubiera sido más sencillo si hubieras dicho la verdad.

Seamos honestos: dejar ir no es un proceso sencillo. Convencerte a ti mismo de cerrar las puertas de tu corazón y sepultar su recuerdo en lo profundo de tu memoria no es tarea fácil. Noches en vela, lágrimas y dolor son lo que cuesta volver a conseguir esa paz, y rebosar de ese brillo que tenías antes. Porque créeme, si eras alguien antes de conocer a esa persona, aunque ya no lo creas así.

Apagarte lentamente a causa de alguien que no ha podido organizar sus emociones de forma correcta es doloroso. Observar cómo tu corazón se doblega y pierde la cordura por alguien que no movería ni un dedo por él es agonizante. Nadie se salva del amor. Lo maldecimos cada vez que podemos, sobre todo en esas ocasiones cuando vemos personas enamoradas que se juran lealtad eterna y amor infinito. Hay rencor en nuestros corazones, recelosos por no haber corrido con esa misma suerte.

Mi corazón se aferró a la luz, cayó presa de la sensación de calidez que sus brazos le brindaban, al punto de olvidar que era mi compañía, más no el centro de mi mundo. No recordé que yo era el comienzo y también el final, porque en su lugar lo había puesto a él. Los límites de lo sensato se borraron, el universo le hubiera regalado si eso su corazón habría sanado.

Cuando te das cuenta de que a la fuerza debes seguir, muchas cosas se aclaran en tu mente. Te percatas de que quien hacía el vínculo especial eras tú, con tu amor, tu apoyo y tu corazón. Con todo aquello que entregaste, pero que no se te fue devuelto, ni en migajas ni en pedazos completos. Con el paso de los días, ya no los culpas hasta por respirar. Las acusaciones se dividen; la persona eligió actuar así y tú lo aceptaste. El remordimiento normalmente solo ataca a quien lo ha aceptado sin decir ningún "pero...". Ya no hay cabida para el odio y mucho menos para el amor. Los sueltas y te liberas de un cariño que te hizo perder la energía y la cabeza. Dejas de plantearte qué te faltó o qué sobró, cambias, mejoras y avanzas. Comprendes que tu única felicidad debes ser tú mismo, que quienes te acompañan en el camino no deben ser el motivo de tu felicidad. Deben sumar, pero no ser la única razón. Tú mismo eres tu único amor, tu única paz, aquello que nunca te abandonará, lo único que debe causarte felicidad.

Una nueva versión de ti se asoma por los pedazos de lo que eras. El amor ya no se vuelve tu prioridad. Ahora tu único enfoque eres tú y tus metas. Tu corazón aún tiene hambre, pero ya no come mentiras. El pasado se vuelve difuso y el ahora es lo único que importa. Aprendes a perdonar y a soltar. Comienzas a salir de la oscuridad y a iniciar el largo proceso de amarte a ti mismo, aprendiendo a marcar los límites. Cuando llegas a ese punto donde desbordas tanta luz y tanto amor por ti mismo, nadie será capaz de hacerte daño porque no volverás a permitirlo.

Querido lector, has presenciado la evolución de un sentimiento hasta su final. Si te has sentido conectado con mis palabras, espero que estés sanando o en proceso de lograrlo. Recuerda que no podemos culpar a las personas por no querernos con la misma intensidad. No podemos obligarlos a quedarse y amarnos por la eternidad. Cada cabeza es un mundo, y eso lo debemos respetar. No te culpes por decisiones ajenas. Si alguien ha decidido irse de tu lado, es algo que ellos querían. Debemos aprender a respetarlo y dejarlos marchar.

El amor no tiene por qué ser la causa de tu quiebre o de tu caída en la oscuridad. No llames amor a algo que te destruye y no te da paz. Pon límites antes de pasar largos períodos de tu vida sanando algo que no quebraste tú, pero le permitiste agrietar.

Pasé por mucho para entender que uno puede amar muchísimo, con cada pedazo de su alma, pero amar no significa perderte a ti mismo. Son tu compañía en la vida, no tu razón de vivir. ¡Tú eres tu única razón para seguir!

Y aunque nunca lo pediste, ya te perdoné.

THE END OF THIS LOVE.













Heartbreaks and mistakes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora