Capítulo 7

284 74 4
                                    

"Heath, o lord Drummond si la formalidad hará que reflexiones, te pido que no vayas... no, en realidad, te lo suplico. No vayas a ningún campo de batalla, no te marches... no me dejes. Yo... o por lo menos lleva este pañuelo que he bordado para ti. Y vuelve." (carta de Soleil Saint-Clair a su prometido, ante las noticias de que partiría en búsqueda de su hermano, perdido en batalla).

Tras haber hablado brevemente con su hermano mayor sobre lo sucedido durante la ceremonia y asegurarle que tendría una decisión que comunicarle más tarde, Soleil se encaminó a buscar a los gemelos Drummond. Cuando estaba a punto de entrar al despacho, la conversación mantenida dentro la detuvo y se quedó escuchando.

–¿Estás loco?

–Rob, sé que cuando lo pienses con calma...

–¡Estás comprometido con alguien más!

–Lo estaba. Ahora es tu esposa. Y yo estoy casado con alguien más.

–No. Todavía podemos... no –gruñó–. ¿Cómo pudiste...?

–Es complicado. Pero, aunque tú no, sé que Soleil lo comprenderá una vez que hable con ella.

–Lo comprenderá –repitió, con desgana.

–Sí, lo comprenderá –confirmó Heath, con absoluta convicción.

–Por supuesto que lo comprenderá –repuso Robin en tono seco–. Eres tú, ¿cuándo no lo ha hecho?

–No creo que sea adecuado que tú...

–¿Es divertido burlarse de mí, milord? –Soleil había abierto la puerta de golpe, mirando de un hermano a otro. Se parecían tanto, que alguien que no los conociera los confundiría fácilmente, pero ella, ella jamás. Inclusive sus voces, podía distinguirlas con absoluta claridad. Por esa razón, su cuestionamiento lleno de disgusto iba dirigido a él. Al que ahora era legalmente su esposo. Robin Drummond.

–Soleil, déjame explicarte... –aquel que había intervenido era Heath. Se obligó a mirarlo. Él sonreía tentativamente mientras alargaba sus manos hacia ella. No lo pensó, caminó hacia él, aun cuando sabía que no debería–. Lo siento –musitó cuando ella estuvo cerca. Se obligó a asentir, tragándose las lágrimas que parecían inundarla por todas partes.

–Yo... –empezó a decir Soleil, cuando escuchó unos pasos que se alejaban. Antes de que la puerta se cerrara, escuchó: "creo que tienen mucho de qué hablar y yo no necesito estar entre los dos".

Ese era Robin Drummond, su esposo. Dioses, ¿cómo se había torcido así su vida? No solo estaba casada con un hombre que no le interesaba, sino que su prometido, aquel al que adoraba, estaba vivo y... casado con otra. Qué injusta era la situación al completo.

No supo en qué momento, pero se encontraba en brazos de Heath, llorando desconsoladamente, la felicidad de que estuviera vivo y la absoluta miseria de que nunca nada sería como antes haciendo que esto fuera más una pesadilla que un sueño hecho realidad. Sin duda, el peor día de su vida era aquel, el de su boda.

Porque era el hermano Drummond equivocado el que se había parado con ella frente al altar.

–Heath... realmente... estás vivo –Soleil odiaba repetirse, pero no podía evitarlo. Y no se animaba a soltarlo, por temor a que desapareciera, a pesar de que sabía que debía hacerlo. Tomó aire con fuerza y se obligó a desprenderse de él, sintiendo como si su corazón fuera arrancado de su pecho. De nuevo–. Yo no puedo... entenderlo.

–Lo siento, Soleil, yo...

–No, Heath, en serio no lo entiendo. ¿Qué pasó? ¿Por qué no volviste? ¿Por qué ahora? ¿Por qué...? –te casaste con otra.

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora