Capítulo 16

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"Todavía puedo sentir la mirada llena de duda y reproche que me dirigió en la tarde. No, no se esforzó en disfrazarla y, realmente, ¿por qué lo haría? Para ella, yo soy... nada. Un reflejo poco bienvenido del hombre que ama. Ni siquiera un hombre, una persona más... ni eso soy para Soleil." (extracto del diario de Robin, tras la primera visita de Soleil al castillo Drummond al conocer la desaparición de Heath).

–Soleil, espera por favor –pidió Robin. Y la sorpresa de que él utilizara directamente su nombre y sin tono formal hizo que se detuviera y lo mirara–. Tenemos que pensar y...

–¿Pensar? ¿Esperar? ¡Por los dioses, milord! –exclamó Soleil, desesperada–. Mi hermano podría estar en peligro y... ¿todo lo que me dirá es que esperemos y pensemos?

–No puede precipitarse. Es una situación delicada y...

–¿Cree que usted es el único que se da cuenta de la situación? No, milord, creo que usted es el único que no la comprende. Incluso sus hermanos se notaban inquietos. Y usted... no.

–Lady Soleil...

–No me extraña. Tal parece que así es usted.

–¿Qué quiere decir?

–Que si usted es afortunado y puede afrontar con calma e indiferencia la desaparición de un hermano, no espere que todos lo hagamos así.

El rostro de Robin no reveló nada, aunque Soleil podía jurar que lo vio trastabillar, dando un paso hacia atrás ante aquel ataque.

–¿No dice nada, milord? Perfecto, entonces hemos terminado.

–Ni de lejos –dijo Robin, tomando el brazo de Soleil con firmeza. Ella lo miró, sorprendida–. Puede decirme todo lo que quiera, milady. Eso no cambiará lo que haremos ahora.

–¿Quién piensa que es? ¿Está tratando de darme una orden?

–Usted está alterada.

–Ah, vaya, una declaración evidente de su parte.

–Así no puede pensar con claridad, lady Soleil. Necesita hacerlo.

–¡Dicho por el hombre con más sangre fría que haya conocido en la vida! ¿Acaso a usted le importa algo lo suficiente como para alterarse, milord? ¿Hay alguien que sea capaz? ¡Evidentemente no o no me pediría calma!

–Porque en estos momentos, usted no puede actuar precipitadamente, milady –espetó Robin con frialdad–. Ese lujo no puede dárselo alguien que tiene a cargo una persona, mucho menos un territorio completo. Y ese es su caso, ¿no le parece?

Soleil abrió la boca para discutir, pero lo pensó mejor y la cerró. Porque, aunque le costara admitirlo, él tenía razón. En esos momentos, ella representaba al poder de Artem, pues estaba ausente el regente y su heredero no tenía la mayoría de edad... Antoine, el pequeño del que también estaba a cargo.

Dioses. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué tenía que hacer ahora?

–¿Qué debo hacer? –musitó, apretando la mano en un puño. Se esforzaba por calmarse.

–Ordenar que preparen sus maletas. Vamos a partir hacia Savoir.

–¿A Savoir? –inquirió, desconcertada–. ¿Por qué?

–Es el territorio más próximo que nos puede brindar ayuda, en el caso de requerirla. Además, es probable que, a nuestra llegada, tanto lord Jules como Heath estén esperándonos o por llegar al castillo.

–¿Por qué? ¿Ha sucedido algo en Savoir?

–Sí. Mi padre está agonizando –soltó sucintamente Robin–. Entonces, ¿cuándo podemos partir?

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora