Capítulo 35

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"Quisiera poder contártelo todo y pedirte consejo, pero sé lo que dirías, Jules, lo sé porque tú habrías hecho lo mismo de haber estado en el lugar de Robin. ¿No es verdad? ¿Acaso no me ocultaste varias cosas...? Dioses, temo que eso haya tenido que ver con tu desaparición. Y, aun así, me duele que hayas optado por mantenerme en la ignorancia, y no esperaba que Robin, mi esposo, hiciera lo mismo... él... Jules, lo amo. Y estoy herida. Pero lo amo igual. ¿Qué me dirías si estuvieras aquí?" (extracto de una carta no enviada, escrita por Soleil a Jules Saint-Clair, durante su desaparición).


Soleil estaba vigilando a Antoine, que jugaba junto a ellos, mientras escuchaba los progresos de Jake con el rebec. Todavía le sorprendía que a él le interesara tanto el instrumento, como si, a su corta edad, comprendiera también que, así como el manejo de la espada, las artes eran importantes para el reino.

Sonrió levemente, mirándolo con orgullo. Sería un gusto continuar enseñándole por el tiempo que él quisiera aprender.

–¿Soleil? –llamó Jake, dejando de lado el instrumento con cuidado.

–¿Sí, Jake?

–¿Estás triste por tu hermano?

–Oh... sí, lo estoy, Jake.

–¿Y preocupada también?

–Sí... ¿por qué lo preguntas?

–Es mucho. Mi padre también estaba triste y preocupado cuando murió el abuelo.

–Jules no está... –Soleil tragó con fuerza–. Sólo no sabemos dónde está.

–Ah. ¿Y quisieras saber dónde está para verlo?

–Sí, Jake. Antoine lo extraña. Y yo también.

–Lo entiendo. Cómo yo extraño a mi madre. Aunque no la recuerde.

–Sí... –Soleil suspiró, mirando con atención los ojos grises de Jake. Dioses, eran idénticos a los de Robin– ¿sabes muchas cosas de tu madre?

–Hmmm... lo que me ha dicho mi padre.

–¿Y...?

–Por eso me gustaría visitar la Corte. Quiero ver dónde vivía antes.

–Oh. ¿Quisieras ir a la Corte?

–Sí. Esperaba que mi padre me llevara cuando fue contigo, pero no lo hizo.

–No fue una visita... bueno, fue más una búsqueda de Jules. Y estarías más seguro permaneciendo aquí mientras tanto.

–Pero Antoine fue con ustedes. Y él es más pequeño que yo.

–Sí, pero él no está familiarizado con el castillo Drummond y con quienes lo habitan como tú.

–Quieres decir que no es su hogar.

–Exacto.

–¿Y es tu hogar?

–¿Cómo?

–Te casaste con mi padre. Él vive aquí. ¿Es tu hogar ahora?

–Yo... no sé... es complicado, Jake.

–A mí me gusta vivir aquí.

–Lo sé. Todo lo que es familiar para ti está aquí.

–¿Irán pronto a la Corte de nuevo?

–No... no lo sé.

–No quiero que me dejen atrás.

–Jake... –Soleil posó la mano en el brazo de Jake y le sonrió– nunca te dejaríamos atrás. Tu padre te ama.

–Lo sé, por eso me protege. Pero soy un niño grande –dijo, enfurruñado, cruzando los brazos. Soleil ocultó una sonrisa.

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora