Capítulo 30

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"Y sus ojos brillaban, llenos de furia. Siempre he pensado en ellos, dorados como son, como la calidez misma que provee el sol. Pero no, esta vez, parecían los de una diosa vengativa y... sentí como mi corazón latía más deprisa. No debería, no era correcto... pero, creo que me enamoré. A unos días de mi boda, me enamoré de otra mujer. Sí que tienen sentido del humor y de la oportunidad los dioses..." (extracto del diario de Robin Drummond, el verano en que iba a casarse con su primera esposa).


Robin entró con Soleil y Antoine a la habitación. Ella le dio instrucciones a la nodriza mientras despedía también a la otra mujer, que hacía las veces de su dama de compañía, para escuchar lo que Robin tuviera que decir. Él continuó sosteniendo al pequeño, paseando de un lado de la habitación hacia el otro, para entretenerlo.

–Te gustan los niños –soltó Soleil ladeando la cabeza–. ¿También cuidaste de Jake cuando era más pequeño?

–Siempre que podía... sí.

–Robin...

–Siéntate cerca del fuego, Soleil. Ha refrescado el día.

–¿Son malas noticias?

–No exactamente.

–¿A qué te refieres?

–Digamos que son solo... noticias. Todavía no sé de qué tipo.

–¿Qué quieres decir?

–Estábamos mirando al lado equivocado, Soleil. Por eso no encontrábamos rastros de tu hermano.

–¿Cómo?

–Pensábamos que habría ido a Savoir tras abandonar la Corte, lo que he logrado averiguar hizo un par de días después que Heath.

–Es decir que él sí se marchó de aquí.

–Sí. Pero creímos que habría ido a Savoir... al funeral de mi padre.

–¿Y no?

–No. Soleil, nunca íbamos a encontrar rastros en el camino que recorrimos porque tu hermano fue al lado contrario, se alejó de Savoir.

–¿Qué? –Soleil exclamó, desconcertada–. Pero... eso no habría sido propio de él. ¿A dónde fue?

–Hacia las tierras de ustedes, Artem.

–¿Regresó a casa?

–Asumo que no, ya que no recibiste noticias en ese sentido ¿cierto?

–No. Habría recibido una misiva o alguna clase de aviso desde el Castillo. Sería imposible...

–Lo imaginé. Pero, quizá no era ese su destino. Solo era el camino hacia donde iba...

–¿A qué otro lugar podría ir adentrándose en las tierras de Artem? Dioses, ¿en qué estaría pensando para hacer algo tan impropio de él? Sabiendo lo de tu padre, no hay manera de que no hubiera ido a Savoir.

–Sí, es extraño. Pero cómo no sabemos si quizá llegó al Castillo de Grianmhar y por alguna razón no hemos recibido esas novedades o su destino era otro, creo que será mejor esperar novedades cerca de aquí.

–¿Volvemos a Artem?

–Aún no. Prefiero que no lo hagamos hasta que no sepamos algo más sobre el destino que tenía lord Saint-Clair.

–¿Como has sabido esto? ¿Has encontrado algún rastro de él?

–Sí. Algunos de los hombres que envié me han traído las novedades que te he contado. Pensé que quizá, por alguna razón, había desviado su camino hacia otro lugar...

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora