Capítulo 9

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"Me quedaré unos días más en Savoir. Tengo la esperanza (absurda, lo sé) de que lleguen noticias de Heath. ¿Y si es así? ¿Y si no estoy aquí para escucharlas? ¿Crees que su hermano quiera que las conozca? No sé, no es que desconfíe de Robin Drummond, pero tampoco dejaría mi vida o la de quien amo en sus manos. No por algo en particular y quizá soy injusta, sólo que... es... extraño." (carta de Soleil Saint-Clair a Jules, un par de meses después de la desaparición de su prometido Heath Drummond).

Robin cerró los ojos, todavía sosteniendo en un puño la misiva.

Dioses.

Soleil de Grianhmar seguía siendo su esposa. Una esposa que al día siguiente de la boda se había marchado de regreso a sus tierras.

Ella había confiado en que conseguirían la anulación, y una vez más, él no había podido cumplir su palabra. En verdad, ¿estaba siempre condenado a fracasar en cualquier cosa que involucrara a Soleil?

Tomó aire, se dirigió al escritorio en su habitación y empezó a redactar una misiva. De cualquier forma, no había mucho más que pudiera hacer y no tenía sentido ir hasta Artem para hacerle saber de su fracaso a ella. No quería mirar el rechazo en su rostro cuando supiera que, ella, Soleil Saint-Clair, seguía atada al Drummond equivocado.

Cuando estaba dejando la misiva sobre la bandeja para que la entregaran a un mensajero, escuchó que alguien tocaba la puerta. Suspiró y pidió que pasaran.

–¿Cenarás?

–¿Weston? –giró para mirar a su hermano menor, quien entró en la habitación y se acercó hasta él–. ¿Por qué vienes tú a preguntarme sobre eso?

–Llegó una misiva del rey –apuntó.

–Sí –confirmó, aunque no era necesario pues no se trataba de una pregunta.

–Hmmm.

–¿Quieres saber qué dice?

–Puedo suponer bastante bien de qué se trata –dijo su perspicaz hermano menor–. Buenas noticias –añadió. Robin bufó por lo bajo, incrédulo–. ¿No?

–¿Cuándo son buenas noticias si vienen del rey?

–Bueno, seguirás casado con Soleil, ¿cierto?

–¿Cómo lo sabes?

–¿Cómo no lo sabría? –puso en blanco los ojos–. Lo veo. Tu expresión.

–¿Tan mala?

–Si quieres llamarla así.

–¿Qué quieres decir? –inquirió, receloso.

–¿Cuándo partirás hacia Artem? –soltó, en lugar de responder.

–¿Partir? ¿Yo?

–Robin, eres tú, ¿cómo es que no estás ya preparando tu equipaje? Siempre has sido muy responsable con tus... obligaciones.

–Soleil no es una obligación.

–Lo sé. Tú también –Weston sonrió levemente–. ¿Y lo sabe ella?

–Deja de juntarte con Ashton, te estás volviendo tan irritable como él –gruñó Robin. Wes rió y palmeó el brazo de su hermano.

–Vamos a cenar. Luego puedes hacer los preparativos para tu partida.

–De acuerdo –accedió, resignado, aunque no específicamente a marcharse hacia Artem.

Bueno... ¿a quién engañaba? Tras la cena, rompió la carta y dispuso todo para su partida en la mañana. Tras despedirse de su hijo Jake, iría de visita al Castillo de Grianhmar y no estaba seguro de que sería bienvenido en absoluto.

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora