Capítulo 21

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"¡Qué gran noticia la que me das, hermano, en medio de esta incertidumbre! ¿Tu primer hijo? Dioses, nunca pensé que estaría lejos cuando ocurriera. ¿Tienes idea de cuánto tiempo falta para que nazca? Quiero estar en Artem para el suceso. Un heredero de Jules Saint-Clair. Bueno, ya te habías tardado." (extracto de una carta de Soleil a su hermano Jules Saint-Clair, cuando le anunció la venida del futuro heredero, lord Antoine Saint-Clair).


–Milady, en efecto, Heath se encontró con su hermano en la Corte; pero, lo que no sabíamos, es que no era la única persona que encontró inesperadamente. Había un hombre, otro regente que no estamos seguros fuera invitado a la Corte ni están claros sus motivos para haber acudido. Heath nos contó que pidió una reunión con él y con lord Saint-Clair, que conocía de antemano quiénes eran y que ofrecía tratar un asunto que los preocupaba a todos. Heath tuvo que regresar a Savoir por lo de nuestro padre y no pudo acudir, pero cuando se despidió de lord Jules, él le confió que sí acudiría.

–Dioses, solo a Jules se le ocurre... –Soleil bebió un trago de vino y suspiró– ¿y sabe quién es este hombre?

–Sí. Lord Valens.

–No lo conozco, quién...

–Regente de Nox.

–¿De Nox? –Soleil soltó, con un toque de recelo–. ¿Qué hacía el regente de Nox en la Corte? ¿Y sin invitación?

–Eso parece. Y...

–Fue por Jules. Quería encontrarlo –completó Soleil. Apartó el plato, que aún quedaba medio lleno, pero no podía comer nada más–. Esto es... dioses.

–Cuando hablé con Heath, esperaba que pudiéramos enviar alguna partida de soldados a averiguar si lord Saint-Clair estaba en camino o si permanecía en la Corte.

–Supongo que sus hermanos no podrán hacerlo, dado que son parte de la guardia real y ellos solo reciben órdenes del monarca. Aun cuando les pidió que protegieran al regente de Artem.

–Tratarán de movilizarse, pero antes el capitán de la guardia, Kyan, tendrá que averiguar dónde existió la confusión, pues evidentemente el monarca sabía que su hermano no estaría en Artem. Él lo llamó a la Corte.

–Sí. Entonces, sólo nos queda pedir ayuda de la guardia de Savoir.

–Es lo que pensé... y cuando se lo manifesté a Heath, me mostró la misiva que había recibido.

–¿Qué misiva? ¿Algún mandato de la Corte?

–No. De Glenley – explicó, ante su desconcierto– es un llamado para unirse a la guerra dirigido a todas las guardias privadas de las tierras, lo que significa, que mientras no haya una orden real que permita la movilización, no podrán salir de los límites de las tierras que les corresponden.

–Lo que impide cualquier ayuda que Savoir pudiera prestar a Artem –concluyó.

–Sí. Wes cree que el monarca quiere terminar la alianza que existe entre Savoir y Artem...

–¿Y usted está de acuerdo?

–¿Francamente? No lo sé –Robin suspiró, cansado–. Si ese hubiera sido su objetivo... ¿por qué permitió que nos casaramos? ¿Por qué no autorizó la anulación?

–Quizá pensó que no autorizarla haría precisamente eso. Destruir la alianza.

–Es...

Era exactamente algo que pensaría el rey. Porque no era para nadie un secreto de cuánto se odiaban ellos. O eso se rumoreaba por todo el reino.

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora