Capítulo 3

300 77 7
                                    

"Este verano todo ha cambiado en Savoir, Jules, y no me ha gustado tener que estar presente para la llegada de esas jóvenes de la Corte. Son odiosas, vanas y crueles. He escuchado como se han burlado de la debilidad de Weston Drummond y he querido golpearlas. ¿Acaso no saben lo que sucedió? ¿Cómo es un dolor vivo aún en la familia la tragedia que se llevó a Ada y, quién sabe, en un futuro próximo a Wes? Dioses, quería arrancarles el cabello a ver si así dejaban de reírse. Robin Drummond pareció leer mis pensamientos, pero se limitó a mirarme, como advirtiéndome que no lo hiciera. ¿Por qué crees que sería? Porque no debería, no valía la pena o no me atrevería... me pregunto por cuál, o si alguna, de esas razones..." (extracto de una carta de Soleil Saint-Clair a su hermano mayor Jules, el verano en que los hermanos Robin y Brendan Drummond recibieron a sus prometidas provenientes de la Corte de Regem).


Soleil Saint-Clair había regresado al Castillo de Grianmhar de mal humor. Por mucho que se había esforzado, no había encontrado un momento propicio para obtener más información de parte de los hermanos Drummond... si es que existía alguna, desde luego, lo que ya no estaba tan segura.

Su humor no mejoró cuando su hermano le informó de una misiva recibida desde la Corte. Frunció el ceño ante la "invitación" del monarca, que de opcional no tenía más que el nombre. Debía acudir, aún si no le hiciera ninguna ilusión el abandonar el Castillo a menos que fuera para ir a tierra de los Drummond.

–Ni siquiera pudiste desempacar. Lo siento, Sol –dijo Jules, desde la puerta. Soleil se encogió de hombros–. ¿Alguna novedad al menos?

–No. Creo que no –enmendó, suspirando–. Ya no sé qué pensar, Jules.

–¿Sobre qué?

–La desaparición de Heath... ¿será que realmente le sucedió algo? –Soleil sacudió la cabeza – sé que, al inicio, probablemente sí. Pero ¿tanto tiempo y no hemos tenido noticias suyas? ¿Y no ha vuelto? No lo sé... es...

–¿Sospechoso?

–No es propio de Heath. Él no desaparecería, dejándolo todo atrás. No, Heath no.

–Bueno, hermana, tú los conoces mejor que yo, así que...

–Jules, ¿y si no regresa hasta que expire el compromiso?

–Aún falta un tiempo para ello, ¿cierto?

–No demasiado, no –removió sus manos, angustiada–. ¿Qué debemos hacer si no regresa todavía?

–¿Qué quieres hacer tú, Sol? –su rubio hermano le tomó la mano y la apretó en gesto cariñoso–. Lo que decidas, te apoyaré.

–¿Aún si decido no seguir con el compromiso que acordaron nuestros padres?

–Sí.

–Jules... –Soleil se acercó a su hermano y lo besó en la mejilla–. Gracias.

–Lo que pueda hacer por ti, Sol, lo haré.

–Y yo por ti –ella sonrió, mirándolo– así que acudiré a la Corte.

–Me gustaría escoltarte, pero...

–No –cortó ella con firmeza– tú necesitas estar en el castillo. Y cuidar de tu hijo también.

–Estoy seguro de que Antoine te extrañó –dijo Jules, refiriéndose a su pequeño hijo de dos años–. ¿Quieres verlo antes de seguir con los preparativos para tu marcha?

–Entiendo. ¿Necesitas un respiro? –bromeó Soleil y su hermano asintió, ansioso. Luego rieron–. Déjalo en mis manos, por lo que resta del día –ofreció. Esta vez, Jules le brindó una amplia sonrisa, con una pizca de alivio, mientras se dirigían a las habitaciones infantiles del Castillo.

Dos historias (Drummond #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora