Capítulo 4

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Capítulo 4 : Una noticia desgarradora.

Riana

Me despierto con medio cuerpo encima de Malik, con la cabeza apoyada en su fuerte pecho.
Paso mis deseos sobre su piel oliva en lentas caricias, él solo se remueve entre sueños.

No soy de las personas que se acurrucan luego del sexo, o de las que les guste el contacto físico fuera de él.

Pero anoche luego del tercer asalto me quede tan exhausta que no tenía fuerzas ni para ir al baño, así que solo me di la vuelta e intenté dormir.

Sufro de insomnio desde los dieciséis años e incluso tengo que tomar pastillas( que ayer no tomé) para poder dormir al menos tres horas en la noche. La única vez que me desperté fue cuando sentí algo tibio entre las piernas y me sorprendió ver que era Malik limpiándome con una toalla, luego me colocó la remera que se había quitado y se acostó a mi lado.

Levanto la cabeza lentamente, incluso estando dormido se ve atractivo. Me levanto lentamente para no despertarlo, agarro la ropa que está esparcida por todo el suelo y me dirijo al baño.

Me miro en el espejo y a penas me reconozco.

Tengo el cabello revuelto al punto de parecer un nido de pájaros, las mejillas teñidas de un rojo intenso y por primera vez no veo unas horribles bolsas negras debajo de mis ojos... mis ojos... están brillantes, un brillo que hace mucho tiempo había perdido y me asusta el ser consiente de ello.

Un grito ahogado sale de mí al ver los enormes círculos rojo en mi garganta y pechos.

Me saco la remera de Malik y entro a la ducha, al lavarme el cabello con su shampoo y su gel de ducha hace que todo el baño huela a él.

Al salir me envuelvo en una toalla y trato de desenredar los nudos de mi cabello con mis dedos. Me debato en si es buena idea usar su cepillo de dientes, me he comido cosas peores y sigo viva, así que lo uso y lo coloco donde estaba para que no se de cuenta.

Trato de salir lo más sigilosa posible hasta el ascensor y llamo a un Uber para ir a mi apartamento.

Compruebo los mensajes que me envió Lía y las diez llamadas perdidas de mamá mientras espero que llegue.

Lía: ¿A dónde fuiste? Llevo rato buscándote.

Lía: Me encontré a David, me dijo que te fuiste con un tipo.

Lía: Escríbeme cuando puedas, así sé que estás bien.

Riana: Estoy llegando a mi apartamento, te cuento todo en cuanto llegue.

Aparece un mensaje de mamá en cuanto termino de contestarle a Lía.

Mamá: tú hermana está mal, ven rápido.

Abajo adjuntó la dirección del hospital.

El Uber no ha parado cuando ya estoy corriendo hacia las puertas del hospital.

Al llegar me encuentro con mamá que está llorando y con papá que intenta calmarla.

-¿ Qué sucedió?

Papá que se encuentra más tranquilo es el que me responde.

- Aria tomó demasiadas pastillas, no han detectado cuáles todavía, le tuvieron que hacer un lavado de estómago, ahora se encuentra en estado crítico.

Siento como si me pasara un camión por encima de ida y vuelta.

Me agarro de la pared a mi costado para que me sostenga mientras proceso la situación.

Mi hermanita podría morir.

Es en lo único que puedo pensar, mi mente se llena de todas las situaciones en las que podría salir mal.

Me deslizo por la pared hasta quedar sentada en el piso con la cabeza contra la pared.
Trato de controlar mi respiración para no sufrir un ataque de pánico pero es difícil, el pensar que ya no este me destruye.

El vestido de anoche me aprieta el pecho haciendo que el respirar sea más difícil, cuento hasta el treinta, cuando no funciona pruebo con una canción.
El distraer mi mente con cualquiera otra cosa que no sea lo que sucede a mi alrededor me ayuda a mantener la calma y estabilizar mi respiración.

Espero unos minutos, cuando mi respiración se estabiliza me dirijo hacia la máquina expendedora por un bocadillo, no tengo mucha hambre pero necesito la distracción.

Elijo un paquete de papas fritas, mirando fijamente la pared como las papas en forma automática, al terminar guardo el papel vacío en mi bolso y vuelvo con mis padres.

Miro el piso a medida que avanzo, me concentro en no pisar las líneas pero al tener un ligero mareo decido caminar normal.

Mamá se quedó dormida sobre las sillas con la cabeza sobre las piernas de papá, él solo cabecea tratando de no dormirse.

Aunque luché, al final el cansancio me ganó.

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