Diez

691 55 25
                                    


 Lo despertó el sonido de las notificaciones de su celular, que estaba casi pegado a su cara. Al volver de trabajar se había recostado un rato a descansar, pero se dejó vencer por el cansancio quedándose completamente dormido en el sofá. Revisó la hora: eran apenas las 20. Había dormido una escasa media hora, pero sentía el cuerpo tan entumecido que parecía que había estado allí por horas.

La notificación que había recibido lo sorprendió gratamente:

-Vamos a tomar algo?

No esperaba encontrar un mensaje de Cristian, ya que hacía apenas una hora que no se veían y podría habérselo dicho personalmente. Si bien moría de ganas de decirle que sí, su mente comenzaba a llenarse de dudas: ¿irían como amigos? ¿como pareja? ¿tendría que mostrarse en público con él?

No quiso arruinar las cosas cuando por fin comenzaban a estar bien, así que optó por una opción neutral:

-Querés venir a comer a casa?

-Estoy un poco cansado como para salir

La respuesta tardó apenas un minuto en llegar: Cristian, por supuesto, aceptó.

Mientras se duchaba no pudo dejar de pensar en lo distinto que era todo con Cristian. Cuando salía con mujeres, las citas eran un aburrido pretexto para llegar a lo que a él más le interesaba: el sexo. Pero ahora era completamente diferente, de sólo saber que iba a pasar un rato a solas con él se le estrujaba el estómago de nervios. Nunca se había sentido así por nadie en toda su vida y, en el fondo, eso lo aterrorizaba.

...

Abrió la puerta del edificio casi temblando de nervios, sabiendo que del otro lado Cristian lo esperaba. Intentó mostrarse lo más despreocupado posible para que el otro no lo notara.

-Hola, Cris... pasá -le indicó el interior del lugar extendiendo su brazo, invitándolo a entrar.

-¿No me vas a saludar? -el moreno frunció el ceño.

A pesar de que en su lugar de trabajo se saludaban con una palmada amistosa, siempre que estaban completamente solos se habían acostumbrado a saludarse con besos.

Lisandro miró a ambos lados con preocupación, primero necesitaba asegurarse de que ningún vecino indiscreto los estuviera viendo. Finalmente, juntó valor y le dio un rápido beso en los labios que pareció no dejarlo conforme.

-No te enojes, pero... no llegué a cocinar nada -se excusó, mientras cerraba con llave la puerta del edificio -pero podemos pedir lo que vos quieras para comer.

Cristian soltó una carcajada, mientras subían al ascensor y Lisandro tecleaba el número 10, que indicaba su piso.

-A vos te quiero comer -pasó suavemente sus dedos por su rostro, pegándose a él mientras la puerta del ascensor se cerraba.

Lisandro no esperaba que lo besara allí mismo, supuso que tomarían las cosas con más calma... pero Cristian lo atraía como un imán. No podía negarse al beso, que fue subiendo de intensidad hasta ser interrumpidos por la puerta abriéndose en el piso 5.

Se separó de él bruscamente, jadeando. Cristian lo miró desconcertado.

-Buenas noches... -un señor de unos sesenta años los saludó con tono serio, ingresando al ascensor.

El resto del trayecto hasta llegar a su piso permanecieron los tres en silencio.

...

-Cris... ¿te puedo hacer una pregunta? -comenzó Lisandro, cautelosamente, mientras terminaba de lavar los platos.

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora