Burning Desire (Cuti x Licha AU)

Veintitres

-¿No te parece muy aburrido esto? -le preguntó a su novio refiriéndose a su ropa, mientras se observaba en el espejo no del todo convencido.

Había elegido un jean oscuro y una camisa blanca muy clásica, como era él. En contraste, Cristian lucía una camisa de lo más colorida.

-Estás hermoso, como siempre -Cristian lo abrazó por detrás, enrollando sus brazos en su abdomen con ternura -lo importante es que te sientas cómodo.

Lisandro sonrió al ver la imagen que le devolvía el espejo. En los brazos de Cristian se sentía diminuto, pero protegido.

-¿Estás seguro de que querés ir? -el moreno le preguntó con dulzura, rompiendo el silencio -si no te sentís cómodo nos podemos quedar acá y hacer algo tranquilo.

-Cristian... -Lisandro rodó los ojos con fastidio, era la décima vez que su novio le preguntaba lo mismo -si no quisiera ir, no te hubiera invitado. ¿No te parece?

Hacía un par de días que Lisandro había aparecido con un novedoso plan para compartir con su novio ese fin de semana. Después de consultarlo con Emiliano, quien le aseguró que todo saldría bien, se animó a proponérselo. Ese sábado habría una fiesta especial de reggaetón viejo en el boliche que todos sus amigos frecuentaban, y le parecía un plan ideal para compartir con Cristian. Pese a que al principio sintió mucho temor y dudas, ya que era un boliche lgbt y él aún comenzaba a mostrarse públicamente con su novio, su psicólogo lo convenció de que sería un espacio seguro para compartir con Cristian y sentirse cómodos los dos. Además, sabía que su novio era un fanático de ese tipo de música y seguramente lo disfrutaría mucho.

-Lo que me parece... es que te falta algo -Cristian murmuró en su oído mientras le daba un suave beso en el cuello.

-Cris... pará -Lisandro susurró cerrando los ojos y dejándose llevar por los escalofríos de placer que recorrían su cuerpo -si hacés eso nos vamos a tener que quedar acá...

Desde que habían podido concretar el primer encuentro íntimo, ambos habían descubierto que la conexión sexual que tenían era única e irresistible.

-Tenés razón - Cristian se separó de él, sonriendo maliciosamente -esperá, tengo que buscar algo.

Unos segundos después, el moreno volvió con una pequeña cajita que Lisandro no sabía qué contenía. El teñido frunció el ceño con curiosidad.

-¿Me dejás? -Cristian le preguntó poniendo un puchero, como un niño pequeño, mientras le mostraba un pote lleno de glitter -es que siempre me imaginé que te quedarían hermosos los brillitos.

Lisandro rodó los ojos fingiendo fastidio, pero la situación lo divertía y lo enternecía. En otro momento de su vida se hubiera negado rotundamente, sintiendo su masculinidad amenazada, pero ahora... ahora estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa que hiciera a Cristian feliz.

-¿Es necesario? -preguntó, mientras el otro desparramaba la brillosa sustancia en el costado de su rostro.

-Sí, mi amor, es muy necesario -Cristian sonrió con satisfacción al ver el resultado.

Tres vasos de fernet más tarde, ambos decidieron que era hora de ir al lugar de la fiesta. Cuando llegaron, lo primero que notaron fue que el lugar estaba sumamente concurrido, ya que apenas había espacio para bailar o caminar. Lisandro sintió una sensación extraña al recordar cómo había sido la primera vez que pisó ese lugar, y cómo había rechazado a Cristian por sus propios temores y prejuicios. Esa noche, en cambio, se sentía parte. Los cuerpos coloridos y alegres que bailaban y reían sin parar alrededor de él no se veían como una amenaza, sino como un reflejo de su propia libertad. Se dejó llevar por la música que retumbaba en sus oídos y cerró los ojos, sonriendo.