Dieciocho

648 66 50
                                    

-Adelante, Lisandro -Emiliano le indicó con un gesto que ingresara al consultorio.

El teñido se sentó en el sillón con evidente impaciencia. El giro de todos los acontecimientos lo habían obligado a solicitar una sesión de emergencia con su terapeuta.

-Bueno, contame... -su psicólogo lo invitó a comenzar, abriendo su pequeña libreta donde solía tomar notas.

Lisandro respiró hondo y comenzó a hablar.

...

Nos separamos.

Las palabras de Cristian hacían eco en su cabeza, repitiéndose sin parar. Tanto había anhelado que aquello ocurriera, que ahora no sabía cómo reaccionar.

-Uy... -fue lo único que pudo decir -¿vos estás bien?

Cristian sonrió sin disimulo, observándolo con ternura. Algo había cambiado en su mirada, algo que Lisandro hacía varias semanas que extrañaba.

-Voy a estar bien -el moreno respondió sin dudar.

Durante el resto del día no volvieron a tocar el tema, pero Cristian no parecía precisamente triste. Por el contrario, hacía chistes y estaba de excelente humor.

Sin embargo, cuando la jornada laboral estaba llegando a su fin, Lisandro no pudo soportar más la impaciencia de no saber lo que estaba pasando.

-Cristian, ¿te puedo preguntar algo?

-A ver, decime... -giró su silla para quedar de frente a él.

-¿Por qué te separaste? -el teñido le preguntó, intentando que no le temblara la voz -si se puede saber...

A modo de respuesta, Cristian sonrió.

-¿Vamos a tomar algo y te cuento bien?

Lisandro sintió que se le aceleraba el corazón. ¿Eso era una cita?

-Sí, como quieras -fingió desinterés, pero la realidad es que se estaba muriendo de nervios.

Ni bien salieron de trabajar, caminaron un par de cuadras hacia el bar más cercano donde mucha gente de la ciudad se reunía a aprovechar el happy hour de bebidas después de una intensa jornada laboral. Por ser lunes, ese día estaba bastante menos concurrido que lo habitual.

Se sentaron en una mesa junto a una ventana, que les daba una vista privilegiada de la ciudad iluminándose al atardecer. Lisandro intentó contener el temblor involuntario de su pierna, a causa de los nervios, mientras leía en su celular la carta de bebidas.

-Cuidado con el alcohol -bromeó Cristian -sino voy a tener que llevarte a dormir a mi casa de nuevo.

El teñido sintió que la cara le hervía de vergüenza. Nunca habían vuelto a hablar de lo que había ocurrido ese día, pero era evidente de que ambos lo recordaban perfectamente.

-Bueno, pero no me metas en la ducha helada de nuevo -Lisandro le retrucó el comentario.

-Con que vengas a dormir conmigo me conformo -Cristian no retrocedió.

Lo miró fijamente a los ojos, y esta vez no deseó apartar la mirada. No, no era un producto de su imaginación: las indirectas de Cristian esta vez eran de lo más directas.

Los interrumpió la mesera que les tomó el pedido, y en menos de cinco minutos volvió con sus dos cervezas.

-Bueno, ¿me vas a contar qué pasó? -el teñido le preguntó, mientras daba un sorbo a su vaso.

-¿Viste cuando intentás poner una curita en una herida muy, muy grande? -Cristian comenzó -bueno... eso pasó.

Lisandro comprendió que, de alguna manera, aquello se refería a él.

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora