Diecinueve

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-Che, ¿qué te parece si hacemos algo hoy? -Cristian le preguntó casualmente mientras terminaban de almorzar.

Lisandro no pudo evitar mirarlo con una expresión de ternura que desconocía en sí mismo. Iba a decir que sí, hasta que recordó que ese día, como todos los viernes, tenía una cita con alguien más. Al principio dudó si debía decirle la verdad, ya que sentía un poco de vergüenza de admitir que iba al psicólogo. Sabía que era algo estúpido, pero toda su vida había tenido el prejuicio ilógico de considerar que la terapia era para los locos. Pero, a pesar de eso, tampoco quería rechazarlo sin darle una explicación lógica.

Al ver que el teñido tardaba en responder, Cristian se apresuró en romper el silencio.

-Si querés, eh... -se rascó la barbilla con nerviosisimo -ya me tuviste que soportar toda la semana y capaz querés descansar de mí.

-No es eso... -Lisandro intentó sostenerle la mirada sin ruborizarse. Odiaba sentirse así, como un adolescente enamorado -es que... dios, me da mucha vergüenza, boludo.

-Bueno, no insisto más -el moreno sonrió con pena, mientras se levantaba dispuesto a volver a su oficina -te veo en un rato.

-¡Cris, esperá! -Lisandro lo detuvo, caminando hacia él -es que los viernes tengo terapia.

Cristian lo tomó con fuerza de la mano y se frenó para mirarlo a los ojos. En otro momento, Lisandro hubiera apartado su mano inmediatamente, pero, en ese momento, esa sensación lo llenaba de seguridad.

-No sientas vergüenza, Lisandro -le dijo seriamente, pero con dulzura -es muy valioso que te ocupes de tu salud mental. Además... -cambió su tono a uno más lujurioso -no hay nada más sensual que un hombre que va al psicólogo.

Lisandro no pudo evitar soltar una carcajada. No sabía si Cristian se lo decía en serio o bromeaba, pero la forma en que se lo tomó lo hizo sentir profundamente aliviado.

-Bueno, pensalo... -Cristian insistió nuevamente -si tenés ganas de hacer algo cuando salgas de terapia me avisás, yo voy a estar en casa.

...

-¿No te parece que estamos yendo demasiado rápido? -Lisandro preguntó con genuina preocupación.

-Lo importante no es lo que me parece a mí, sino lo que te parece a vos -Emiliano le retrucó capciosamente con toda la intención de hacerlo reflexionar -¿te parece que están yendo muy rápido?

-La verdad... no lo sé -el teñido bufó, fastidiado. Odiaba cuando su terapeuta no le daba una respuesta certera -¿qué tengo que hacer?

Emiliano sonrió, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que su paciente le había pedido indicaciones acerca de lo que debía o no hacer.

-Lisandro... ya sabés la respuesta -el alto continuó con el tono calmo que lo caracterizaba -yo sólo te puedo asegurar una cosa: cada uno tiene sus tiempos. A algunas personas las cosas les llevan semanas, meses, años... con otras sucede en menos tiempo. Lo importante es que vos te sientas bien con lo que están viviendo.

-Sí... -el teñido miró hacia un punto fijo en la pared, desviando la vista. Intentaba ordenar un poco sus pensamientos para poder ponerlos en palabras -me encanta todo lo que está pasando.

-¿Pero...? -Emiliano insistió, invitándolo a continuar.

-¿Cómo sabías que iba a haber un pero? -Lisandro lo miró a los ojos, frunciendo el ceño con sorpresa.

-Porque te conozco -su psicólogo sonrió con suficiencia, con la actitud arrogante que de tanto en tanto dejaba entrever.

Lisandro soltó una carcajada. Emiliano le parecía un hombre de lo más gracioso, y habían entablado un vínculo de tal confianza que le hacía pensar que, en otras circunstancias donde no hubieran sido psicólogo y paciente, serían excelentes amigos.

-Bueno, tenés razón -admitió -Me encanta lo que está pasando con Cristian, pero, a la vez, me siento confundido. Nunca antes tuve una relación con nadie, y en ciertas cosas no sé cómo actuar.

-Bien... continua -Emiliano respondió, tomando notas en su libreta.

-Cuando salía con chicas... bueno, salía es una manera sutil de decir que cogíamos... -siguió relatando sin mirarlo a la cara -perdón la palabra.

-Usá las palabras que te salgan -lo interrumpió su psicólogo.

Lisandro se secó el sudor de las manos en su pantalón antes de continuar, evidentemente nervioso. Hablar de su sexualidad todavía lo ponía un poco incómodo.

-Cuando estaba con otras mujeres nunca duraba más de una noche -continuó explicando -y nunca me interesaba por ninguna más allá del sexo. Era como una... descarga. Nada más. Pero con Cristian es diferente... siento que nunca voy a cansarme de estar con él. Nunca me alcanza el tiempo.

Se quedó en silencio unos instantes, hasta que Emiliano volvió a tomar la palabra, dándose cuenta de que Lisandro, por el momento, no tenía nada más que decir.

-Me resulta interesante que hayas usado la palabra descarga -comentó, cerrando su libreta y quitándose sus lentes -es obvio que al tener sexo hay una descarga física, pero, ¿no te parece que tu descarga también podía ser emocional? Es decir, ¿por qué creés que necesitabas estar con todas las mujeres que se te cruzaban por el camino si después no ibas a querer volver a verlas?

-Porque me estaba tratando de convencer de algo que yo no era -soltó el teñido sorprendido, como si fuera lo más obvio del mundo.

Emiliano asintió con su cabeza, orgulloso de su paciente. Finalmente estaban llegando a lo más profundo del tema que más angustiaba a Lisandro: su sexualidad.

-Emiliano, ¿vos pensás que soy trolo? -le preguntó con seriedad. Hacía muchísimo que no decía esa palabra en voz alta, y menos con una connotación negativa. Pero la idea no dejaba de rondarle en su cabeza.

-Lisandro... una vez más te digo que no importa lo que yo piense, sino lo que vos pienses -su psicólogo sonrió con amabilidad.

Al ver que su paciente permanecía en silencio, mirándose la punta de los zapatos, decidió dar por concluida la sesión.

-Bueno, pensá la respuesta para la próxima -se puso de pie, invitándolo a hacer lo mismo -por hoy, terminamos.

...

Ni bien salió de la sesión revisó su celular: tenía un mensaje de Cristian preguntándole cómo le había ido en terapia. Inmediatamente una sonrisa se le dibujó en los labios, ya que inconscientemente estaba esperando que le escribiera. Emiliano tenía razón, cada uno tenía sus tiempos... y él necesitaba verlo con desesperación.

-Re bien
-Todavía querés que hagamos algo?
-Tengo ganas de verte

Sin pensarlo demasiado presionó "enviar".



N/A: perdón por la brevedad del capítulo, les juro que lo borré y escribí de nuevo un montón de veces porque no me convencía ☹️​ espero sus comentarios ​❤️‍🩹​

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora