Veintisiete

399 45 35
                                    

Habían pasado ya casi dos años desde que Lisandro y Cristian habían oficializado su relación, y dos años y medio desde que él había comenzado sus sesiones de terapia. Al principio, habían sido meses duros de mucho trabajo con su psicólogo, pero en el último tiempo las sesiones se sentían más como una charla entre amigos que como un análisis entre terapeuta y paciente. Lisandro sentía que cada vez necesitaba menos a Emiliano, pero no lo quería admitir ya que lo aterrorizaba pensar en lo que le depararía el futuro. Su psicólogo parecía notarlo: al principio, volvieron a verse una vez por semana (tras haber aumentado la frecuencia de sesiones). Luego, decidieron espaciarlas en una sesión cada quince días... aún así, Lisandro sentía que no tenía mucho más para avanzar. Su relación con Cristian estaba cada vez mejor, había logrado entablar una buena amistad con sus compañeros de trabajo, era respetado en su puesto laboral... todo parecía haberse acomodado.

En ese tiempo de trabajo junto a su terapeuta había podido aprender a controlar y dominar sus crisis de ansiedad, reconociendo los síntomas antes de que aparecieran e incluso pudiendo darle una respuesta lógica a sus pensamientos más oscuros cuando intentaba boicotearse. Cristian, por supuesto, había sido de gran ayuda en sus peores momentos. Siempre estaba allí para escucharlo, consolarlo y animarlo a avanzar. Lisandro, por su parte, había perdido el miedo a mostrarse tal cual era, incluso en sus peores facetas.

A pesar de la extraña calma que reinaba en su vida, una idea se había instalado sin permiso en su cabeza, llenándolo de dudas.

-Bueno, ¿de qué hablamos hoy? -Emiliano lo invitó a sentarse, dando por iniciada la sesión.

Lisandro se sentó en el mullido sillón que tantas veces había ocupado, y soltó con total naturalidad:

-Quiero hacerle una propuesta a Cristian.

Emiliano no pareció sorprenderse. En todo ese tiempo, Lisandro había aprendido a expresarse sin vueltas, poniendo en palabras todas las ideas que rondaban su cabeza, por más crudas que fueran.

-¿Casamiento? -su psicólogo le preguntó con una nota de seriedad en su voz.

-No, no -la sonrisa de Lisandro le iluminó el rostro -todavía no. Otra cosa.

-Lisandro... no juguemos a las adivinanzas -bromeó el más alto -aunque me gusta que uses ese todavía...

-Tenés razón... -Lisandro se rascó la barbilla, como meditando lo que acababa de decir. Nunca había pensado la posibilidad de alcanzar semejante grado de compromiso con Cristian -le quiero proponer que vivamos juntos.

Ya hacía bastante tiempo que Cristian pasaba más tiempo en la casa de Lisandro que en su propia casa, lo que le hacía pensar en la posibilidad de probar cómo sería compartir juntos un hogar. Amaba dormir abrazado a Cristian, preparar el desayuno para los dos, pasar las tardes lluviosas acurrucados en el sofá mirando sus películas favoritas... su novio se había vuelto una pieza fundamental en su rutina y se había dado cuenta de que anhelaba compartir cada aspecto de su vida con él, para siempre (o lo que "para siempre" durara).

-Me parece una excelente idea, Lisandro -Emiliano le dio ánimos, sacándolo de sus pensamientos.

-Es que... -Lisandro se mordió el labio, dudando -¿vos decís que aceptará?

Su terapeuta soltó una risita, como cada vez que su paciente buscaba su aprobación para dar cada paso importante en su vida.

-Vos ya sabés que no importa lo que yo diga, ¿no es cierto? -le repreguntó, como tantas otras veces -yo sólo te voy a decir una cosa: para saber si acepta o no, se lo tenés que preguntar. Creo que ya tienen la confianza suficiente como para hablar de todo, ¿o no?

...

Esa misma noche, como todos los viernes del último tiempo, esperaba la llegada de Cristian para cenar juntos en su casa. Sin embargo, se sentía tan nervioso como si fuera una primera cita. En parte, sabía que esa noche podría significar un cambio de rumbo importante en su relación, por lo que puso todo su esmero para que sea especial.

Sin embargo, la noche transcurría absolutamente normal: cenaron, bebieron y conversaron animadamente como si se tratara de un viernes cualquiera. Cristian no parecía sospechar nada extraño, a pesar de que Lisandro temblaba de nervios como si fuera un niño asustado. No podía dejar de preguntarse si su novio aceptaría su propuesta o no, y tampoco dejaba de pensar en lo mal que se sentiría ante la posible negativa. Como siempre que estaba a punto de tomar una decisión importante, intentó recordar las palabras de su psicólogo dándole ánimos y se decidió a hablar.

-Cris... -empezó, casualmente, mientras terminaba de servir el helado de postre -¿te puedo hacer una pregunta?

-Uy... ¿qué hice ahora? -el moreno fingió preocupación.

-No, nada... es que... -Lisandro titubeó, intentando encontrar las palabras justas.

-Lisandro, no me asustes... estás raro hoy.

-Hace tiempo vengo pensando en algo... bueno, no doy más vueltas. ¿Te gustaría que vivamos juntos?

Los ojos de Cristian se iluminaron, llenos de ilusión, reflejando en ellos el propio entusiasmo de Lisandro. Al temer que su novio se quedaba en silencio, se desesperó por llenar el vacío con sus palabras y sin darle tiempo a responder, se apresuró a excusarse:

-Si no querés no, eh... si te parece mucho, o muy rápido, o simplemente no te parece buena idea me lo podés decir...

-Mi amor... -Cristian le acarició la mano con suavidad, como pidiéndole permiso para interrumpirlo y hablar -¿puedo responder?

Lisandro, avergonzado, asintió.

-Nada me gustaría más en el mundo que compartir cada momento de mi vida con vos, Lisandro -le respondió con suma dulzura -y sí, quiero que vivamos juntos... mi lugar está con vos.



N/A: dos capítulos más y se termina... me va a costar un montón decirle adiós a estos dos (por ahora, saben que mi imaginación es infinita jsjjajs). Como siempre, más que agradecida al amor que le dieron a esta historia <3 

Burning Desire (Cuti x Licha AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora