C: ¿Ya está aquí Heriberto?.
R: Si mi niña, te espera en el salón.
C: Ayúdame con esto Nana.
R: ¡Vaya! Está bien hermoso. Te vas a ver espectacular.
Y así fue, Heriberto se quedó de piedra al ver bajar las escaleras a su prometida.
C: Cierre la boca Doctor (mientras tomaba su mano para bajar los últimos dos escalones).
H: Todo el equipo de médicos me envidiará esta noche, te ves increíble mi amor.
C: ¿Y me vas a dar un beso o se lo pido a uno de esos médicos?
H: Ni se te ocurre, ven aquí, estos labios son míos. (fundiéndose en un apasionado beso)
Remedios sonreía, se les veía tan felices.
R: Disfruten la noche.
H: Remedios, no esperen a Cristina, no vendrá a dormir esta noche.
C: ¿Llevo un pijama?
H: ¿Para qué? (susurrando en su oído)
Cristina se sonrojo y Remedios se imaginó lo que el doctor le había susurrado.
Ya en el cóctel Heriberto orgulloso presentó a su prometida a todos los compañeros de medicina, los hombres se quedaban embobados viendo a la morena, mientras que las mujeres solo la envidiaban por haber ganado a Heriberto.
Cristina conversaba con un grupo de mujeres y Heriberto estaba charlando con unos compañeros pero poco atendían a las pláticas pues no se quitaban la vista ni un segundo. Cristina bebía sensual de su copa de champagne mientras miraba fijamente a Heriberto y se lamia los labios provocativamente. Él ya no sabía que postura adoptar para que el problema que tenia entre sus piernas no se notase, se disculpó con sus compañeros y se fue al baño pasando cerca de Cristina y susurrando cerca de su oído.
H: Te voy a castigar.
Cristina solo pudo reír ante su travesura pues sabia perfectamente lo que le ocurría al Doctor.
Lo que Cristina no se podía imaginar era que otro par de ojos estaban observando detenidamente todos esos movimientos y pronto algo no deseado iba entorpecer la noche.
Heriberto volvió del baño y sorprendió a Cristina por detrás le paso un brazo alrededor de la cintura.
H: Señoras, ¿me permiten robarme a mi prometida para un baile?
Cristina sonrió y posó su mano sobre la de Heriberto, las demás mujeres sonreían enamoradas al ver el amor que allí se respiraba.
Cristina y Heriberto estaban en la pista, él la tomaba de la cintura con ambas manos y ella estaba rodeando el cuello masculino con sus rostros unidos mejilla con mejilla.
H: ¿Ya te dije que te ves hermosa?
C: Si (acariciándole la nuca).
H: Los hombres te están devorando con la mirada.
C: ¿Ah si? Mostremos que soy tuya mi amor.
H: Dame un beso. (mientras deslizaba una mano hacia la curva de su trasero y la pegaba mas a él)
Y ahí en medio de la pista, con todos los ojos expectantes sobre ellos se dieron un beso, un beso que dejó bien claro que aquellas dos personas no solo se amaban sino que se deseaban profundamente.
C: ¿Falta mucho para irnos a tu casa?
H: Hoy no vamos a mi casa.
C: Dijiste que esta noche no llegaría a mi casa a dormir.