Dicho eso la lengua masculina terminó con todo rastro de helado del pecho de Cristina. Lentamente los tirantes del camisón se fueron deslizando hasta dejar a la vista de Heriberto los hermosos pechos de su pronta futura mujer. Heriberto los acarició despacio.
H: ¿Te duelen?
C: Si tienes cuidado no.
Heriberto entusiasmado y volvió a enterrar su dedo en el helado frío para extenderlo lentamente por un pezón de Cristina, haciendo que esta diera un saltito con el contraste de temperatura. La lengua caliente de él se mezcló con el helado y la combinación hizo gemir a Cristina.
H: Está mucho más rico así.
C: ¿Puedo probar? (mientras enterraba su dedo en el helado)
H: Si haces eso perderé todo el control.
C: Me encanta la idea. (mientras le repartía helado por el pequeño pezón masculino)
Cristina se acercó lentamente sin perder el contacto visual con Heriberto, abrió sus labios y succionó con maestría. Se separó y se lamió los labios.
C: Mmmm...
H: Te lo advertí (tomándola de las nalgas y acercándola a su cuerpo)
C: Estoy lista para ti mi amor, ardo en deseos de sentirte dentro.
Tras esas palabras Heriberto buscó desesperado bajo el camisón, cuando encontró la pequeña prenda que le estorbaría la rompió con fuerza y se deshizo de ella.
C: ¡Heriberto! (sorprendida)
Se bajó los bóxer lo más rápido que pudo y la carga a horcajadas para colocarla en la mesa haciendo ruido al mover las cosas que había encima. Cristina se reía.
H: Shh... no hagas ruido que nos van a oír y ahora no puedo detenerme.
Cristina lo agarró de la nuca y lo beso con devoción sintiendo como el hinchado miembro palpitaba a la entrada de su cueva. Heriberto paseaba las manos por sus muslos llevándose a las nalgas y apretando con fuerza. Cristina se restregaba con ganas ella también estaba muy excitada, se acercó su boca al oído de Heriberto, succiono el lóbulo y susurró.
C: Házmelo duro mi amor, estoy muy caliente.
Heriberto la agarró de las piernas haciendo que ella cayera recostada sobre la mesa soltando un pequeño gemido de asombro. Colocó las piernas de Cristina abiertas sobre sus brazos y llevó sus manos a la cadera femenina. Entró duro y rápido hasta el fondo en la primera estacada. Cristina se retorció del lugar a la vez que su gemido pudo ser escuchado en todas las paredes de la casa.
Una luz se encendió en el pasillo.
H: Mierda (intentando salir de ella)
C: Ni se te ocurra (sujetándolo fuerte de las nalgas contra ella)
H: Viene alguien
C: ¿Qué? (levantándose rápidamente)
H: Vamos al despacho.
La agarró de la mano y salió por la otra puerta de la cocina corriendo hacia el despacho. Entraron y cerraron la puerta con seguro. Cristina no podía dejar de reírse.
C: Casi nos pillan.
H: Shhh (tapándole la boca y acorralándola contra la puerta)
Se oían pasos al otro lado de la puerta.