16. Miedo

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Heriberto colocó sus manos en la cintura de Cristina y la ayudó para acomodarse a horcajadas sobre él, cuando la tuvo así deslizó sus manos hasta sus nalgas y apretó.

H: Te amo Cristina, me encantas, me gusta todo de ti.

Un nuevo beso comenzó, abrieron sus bocas para poco a poco dar paso a sus lenguas, las manos de Heriberto subieron por el cuerpo de Cristina hasta llegar a su cabeza y ayudarla con movimientos para hacer el beso mas intenso, ya no se besaban, directamente se estaban comiendo. Cristina comenzó a sentir como la entrepierna de Heriberto iba creciendo y eso la estaba volviendo loca, llevo sus manos al cinturón que sujetaba el pantalón de Heriberto.

Él llevó sus manos sobre las de Cristina para detener sus intenciones.

H: ¡Ey! Quieta, estamos en el jardín.

C: ¿Te acuerdas cuando me viste cabalgar mi yegua? (susurrando al oído mientras movía sus caderas incitando a Heriberto)

H: Cristina...

C: Vamos a la habitación y te muestro como lo hago.

Cristina se bajó del regazo de Heriberto mirándolo fijamente a los ojos, extendió su mano y Heriberto la tomó, ella caminaba delante moviendo sus caderas provocativamente, la respiración de Heriberto ya estaba acelerada, sabia que lo que se venia iba a ser glorioso, cuando Cristina estaba excitada siempre lograba sorprenderlo.

No hicieron mas que traspasar el umbral de la habitación, Heriberto tiró de su agarre y la acorraló contra la puerta. Ella sonrió y comenzaron a besarse, Heriberto la saboreaba mientras Cristina intentaba librarlo del cinturón de su pantalón una vez conseguido continuó por el botón de la prenda y la dejó caer al suelo, Heriberto terminó de sacárselos con los pies. Él llevó las manos al dobladillo del vestido de Cristina pero ella lo detuvo.

C: Espera, déjame a mi.

Heriberto obedeció y entonces coló sus manos por debajo y acarició sus muslos llevando finalmente las manos al trasero femenino para deleitarse con su tacto. Cristina continuó su trabajo con los botones de la camisa masculina mientras besaba cada parte de piel que iba descubriendo tras la prenda hasta deshacerse de ella por completo. Empujó a Heriberto con sus manos en los hombros suavemente y el acepto moviéndose hacia atrás hasta que llegaron al borde de la cama y lo hizo sentarse. Cristina se alejó un par de pasos y mirando fijamente a Heriberto con una sonrisa provocativa en sus labios comenzó a subir poco a poco su vestido, los ojos masculinos no perdían detalle de aquel espectáculo.

H: Eres preciosa mi amor.

Cristina terminó de deshacerse de su vestido y avanzó hacia Heriberto con pasos sensuales, su ropa interior era un conjunto de lencería blanca que resaltaba con su piel morena. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de Heriberto él no pudo evitar llevar sus manos a esos muslos perfectos terminando nuevamente en las nalgas femeninas, Cristina apoyó sus manos en las rodillas de Heriberto y se arrodilló sin dejar el contacto con los ojos verdes que miraban con detenimiento cada movimiento de la morena. Arrastró sus manos despacio por los muslos de Heriberto hasta que llegó al borde del bóxer, en un segundo se deshizo de el con la ayuda masculina. Cristina miraba el miembro erecto, nunca lo había tenido tan cerca, en ese momento los nervios la invadieron y Heriberto lo notó, tragó saliva y temblorosa llevó su mano y lo abarcó.

H: No es necesario que lo hagas si no estas segura. (mientras le tomaba del rostro para que lo mirara a los ojos)

C: ¿Te gustaría?

H: Me gusta todo lo que tú me haces pero sólo si disfrutamos los dos.

De repente un silencio invadió la habitación Cristina estaba decidida a sorprenderlo pero la sorprendida fue ella cuando en el último paso se bloqueó.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora