10. El regalo

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H: A hablar.

C: ¿Estás enojado?

H: No

Llegaron al departamento de Heriberto.

H: Siéntate, por favor. ¿Quieres un vaso de agua?

C: Sí.

H: Cuéntame lo que pasó.

C: Yo... yo solo me defendía.

H: ¿De qué?

C: De Loreto, me estaba lastimando.

H: ¿Qué te estaba haciendo?

C: Él... bueno él...

H: Cristina tienes la blusa rota y Loreto tenia sus pantalones desabotonados.... ¿te estaba forzando?

Cristina no se atrevía a contestar, bajo su mirada y empezó a llorar. Heriberto la abrazó y tomo su barbilla para mirarla a los ojos.

H: Confía en mi Cristina, ¿intentaba abusar de ti?

C: Si (en un hilo de voz casi imperceptible)

H: Maldito cabrón. ¿Llego a...?

C: No, no lo consiguió pero...

H: ¿Pero que amor? (tomándole el rostro con mucho cariño)

C: Él fue... él fue quien me forzó cuando yo tenía 18 años.

Heriberto se levantó furioso y se pasó las manos por el cabello.

H: No me lo puedo creer. ¿Porque no me lo dijiste? Jamás te hubiera dejado en esa casa otra vez.

C: Después de esa vez lo intentó más veces pero nunca más pudo lograrlo.

H: Lo voy a matar (pasándose nuevamente las manos por el cabello).

Cristina nunca lo había visto así y se asustó mucho.

C: Me quiero ir a mi casa.

H: ¿Por qué?

C: Estas muy alterado y me estas asustando.

Heriberto se arrodilló frente a ella y le tomo las manos con delicadeza.

H: Mi amor perdóname, estoy furioso pero no es contigo. (le beso ambas manos) sólo quiero protegerte Cristina, mi amor perdóname por asustarte.

Cristina no contestaba nada, no podía dejar de llorar.

H: No llores por favor, Cristina. Ven, ¿sabes que vamos a hacer? Te voy a llenar la tina y te vas a relajar ahí mientras yo llamo al hospital para que no dejen salir a ese malnacido de ahí hasta que llegue la policía. Va a pagar todo lo que te ha hecho, te lo prometo mi amor. (le da un beso en la frente).

Cristina estaba metida en la tina relajada con los ojos cerrados, Heriberto ya había realizado todas las llamadas necesarias y entro al baño para ver como estaba. Se acercó a su rostro y le apartó un mechón de pelo mojado de la cara, ella se sobresaltó pero al abrirlos ojos y ver a Heriberto se relajó de nuevo.

H: ¿Mejor?

C: Podría estar mejor.

H: ¿Que necesitas?

C: Que un guapo y atento Doctor se meta en la tina.

H: Es muy tentador eso que me pides.

C: ¿Y a qué esperas?

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora