H: ¡Vaya!
C: ¿Me queda feo?
H: ¿Feo? Venga, al agua rápidamente antes de que provoques algún infarto.
C: Esta fría (mojando los pies)
Heriberto la tomó en brazos y se adentró con ella.
C: Heriberto ¡no! Está muy fría.
H: Yo te caliento (y la dejó caer al agua)
C: Idiota (aferrándose a sus hombros)
Heriberto solo podía reír a carcajadas.
C: ¿Entonces te gusto mi traje? Tu mamá dijo que te gustaría.
H: ¿Necesito responder a eso?
Heriberto tomó una mano de Cristina y la llevo a su entrepierna notablemente despierta.
Cristina abrió los ojos como platos y aparto su mano rápidamente de allí.
H: ¿Qué pasa?
C: Estamos rodeados de gente
H: Debajo del agua no se ve nada. (mientras pasaba sus manos por las nalgas femeninas)
C: Por favor, estate quieto.
H. No puedo. Tenerte cerca de mi, tu olor, tu piel... (mientras depositaba un beso en su cuello)
C: P...por favor Heriberto.
H: No me puedo resistir a ti
Se quedaron un buen rato en el agua, se besaron, se acariciaron y jugaron como niños, disfrutaron de su baño juntos.
Llegaron a la casa donde una sorpresa les estaba esperando, entraban sonrientes tomados de la mano y mirándose con ojos de enamorados cuando una voz interrumpió.
X: ¡Hermanito!
Ambos giraron la cara en la dirección en la que venia ese sonido.
H: ¿Dionisio?
Di: ¿Acaso no me ves?
Cristina se quedó perpleja miraba a uno y a otro, ¡era increíble, su parecido era increíble!
H: ¿Qué haces aquí?
Di: Mejor dime tú, ¿Quién es la belleza que te acompaña?
H: Ella es Cristina, mi prometida.
C: Hola, encantada.
Di: ¡Vaya! Si no lo veo no lo creo, creí que seguirías llorando a Diana por las esquinas.
H: ¡Cállate Dionisio! Y dime de una vez que carajo estas haciendo aquí.
Di: No te importa Heriberto, esta no es tu casa, he venido a hablar con mamá.
H: A pedirle mas dinero ¿Verdad?
Dionisio se acercó con un aire desafiante. Heriberto colocó a Cristina detrás de su cuerpo.
Di: Mira Heriberto lo que yo haga o deje de hacer no es tu problema, mejor vete a tu recamara a disfrutar con tu putita.
Heriberto no le dejó opción a reaccionar cuando estrelló su puño contra la cara de Dionisio, haciendo que este cayera al suelo llevándose la mano a la nariz que empezaba a sangrar.
C: ¡No! Heriberto por favor.
H: Cristina sube a la habitación.
C: Por favor Heriberto, déjale.