Quédate conmigo

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C: ¿Estás enojado?

H: Si Cristina, estoy enojada porque pones por delante todo antes que tu salud. Debiste decirme que te habías lastimado.

En ese momento el Doctor los llamó para pasar a la consulta.

Doc: ¿Cristina Álvarez?

C: Sí.

Pasaron al consultorio y efectivamente era lo que Heriberto se temía un esguince.

Doc: Bueno, esto ya está. Cristina debes tener mucho reposo en los próximos días, el tobillo está ya muy hinchado y seguramente te va a doler bastante por unos días así que te recetaré también unos calmantes pero lo más importante para una buena recuperación es el reposo, debes tenerlo en cuenta al menos durante 7 días .

C: ¿7 días?

Heriberto le lanzó una mirada con gesto enfurecido.



Ya muy entrada la noche llegaban nuevamente a la casa. Heriberto la cargó en brazos al salir del auto.

C: Quiero ir a ver si Luz...

H: ¿Está en serio? (interrumpió)

C: Si

Heriberto la posó suavemente en el suelo.

H: Haz lo que se te pegue la gana, yo me voy a la cama.

Giró sobre sus talones y se dispuso a caminar hacia la casa.

C: ¡Heriberto!

Él no hizo caso y siguió con su camino.

C: ¡Heriberto por favor! No puedo sola, no me dejes aquí.

Heriberto cerró los ojos e inhaló fuerte aire para darse cuenta de la vuelta, se acercó a ella hasta casi rozar sus narices.

H: Si quieres que te cargue será para ir a la cama y si no arréglatelas sola.

Cristina le tomó la mano.

C: Llévame a la cama (con tono apenado)

Heriberto la carga. Cristina enrolló sus brazos en el cuello masculino y depositó un beso en la mejilla de su marido. Heriberto no dijo nada, llegó con ella al dormitorio y la sentó en el borde de la cama, la ayudó a quitarse la ropa y le puso la pijama, todo en un silencio sepulcral. Cristina se metió en la cama y él fue a darse una ducha antes de meterse también en la cama.

Habían pasado unos minutos, ellos se daban la espalda y todo seguía en silencio.

C: Heriberto.

H: Cristina Duérmete.

C: No puedo

H: ¿Te duele?

C: No

H: ¿Entonces?

C: Nunca dormimos enojados, no puedo dormir si estas enojado conmigo.

H: Esta bien, ya no estoy enojado. Ahora duerme.

Cristina se giró y se pegó a la espalda de Heriberto abrazándolo fuerte por la cintura. Enrolló sus piernas entre las de él y le beso la espalda. Heriberto le correspondió posando sus manos sobre las de ella.


El amanecer encontró a Cristina sola en la cama, se revolvió entre las sabanas y se incorporó acariciando la parte donde había dormido Heriberto. En ese momento la puerta se abrió y María entró corriendo al encuentro con su mamá.

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