La noche había caído ya y Heriberto cansado de buscarla y sin encontrar ninguna pista se fue a su departamento para darse una ducha. Subía en el ascensor pensando y pensando donde podría estar ¿Por qué había desaparecido? ¿Qué había pasado?. Al llegar a su planta pudo ver que al fondo del paso había alguien sentado en el suelo, caminó un poco más y descubrió que era una mujer, estaba sentada abrazando sus rodillas con el rostro oculto. Dos pasos más y...
H: ¿Cristina? ¡Dios mío! ¡Cristina!
Corrió hacia ella y se arrodilló, estaba empapada había caminado toda la tarde buscando el departamento de Heriberto y se había quedado congelado esperando allí.
H: Cristina mi amor (sobándole los brazos)
C: Te...tengo... fri...frio. (tiritando y con muy poca fuerza en la voz)
Heriberto no lo tuvo que pensar dos veces, abrió rápidamente la puerta y la carga para llevarla hasta el baño, abrió el agua caliente y entró dentro de la regadera con ella, quedando los dos bajo el chorro. Se sentó en el suelo con Cristina en su regazo mientras la abrazaba y le acariciaba el rostro.
C: ¿Heriberto?
H: Si mi amor, ¿estás bien? ¿Tienes frío?
C: Tengo frío.
H: Vamos a quitarnos la ropa.
Heriberto la dejó en ropa interior y luego él hizo lo mismo, la presión fuerte contra su pecho aún bajo el chorro de agua caliente para darle más calor. Cristina poco a poco iba recuperando el color.
H: ¿Mejor?
Ella solo se acercó con la cabeza y se acurrucó más entre su pecho. Estuvieron un rato bajo el chorro hasta que Cristina recuperó el calor corporal.
H: Vamos a salir.
Salió con ella de la regadera tomó una toalla y la envolvió, con otra le secaba despacio el pelo teniendo cuidado con la cicatriz de la operación.
H: Mi amor, ¿te encuentras mejor?
Cristina clavó sus ojos llorosos en los de Heriberto y él le tomó el rostro con las manos.
C: Perdóname por favor, perdóname Heriberto. Te amo, te amo, no quiero volver a estar separado de ti por favor Heriberto dime que me perdonas.
H: Shhh. Mi amor. (acariciándole el rostro con mucho cariño).
Se acercó despacio a ella y le besó los labios, suave, demostrando todo el amor que tenía guardado.
C: Ámame Heriberto, quiero sentir tu piel, demuéstrame cuanto me amas, quiero volver a sentir que soy tuya, solo tuya mi amor. (soltando la toalla y quedando en la ropa interior que estaba empapada)
H: Cristina (mientras la ayuda a alzarse y enrollar sus piernas en la cintura masculina)
Cristina se aferró a su cuello y enterró su rostro allí, permitiéndose aspirar ese aroma que tanto había extrañado. Comenzó a darle suaves besos húmedos por todo el cuello mientras el se dirigía con ella a la cama. La posó allí despacio y se colocó encima de ella sobre sus rodillas, una a cada lado del cuerpo de Cristina. Le tomó el rostro con ambas manos y la acarició, se acercó despacio y beso su frente, sus ojos, sus mejillas, su nariz para terminar en sus labios, ella llevó sus manos a la nuca de Heriberto y profundizó el beso. Heriberto continuó su camino y descendió por su barbilla dándole un pequeño mordisco, se miraron a los ojos y sonrieron. Bajó por su cuello dejando besos húmedos y pequeños chupones, siguió bajando hasta encontrar los senos de Cristina aún tapados por el sostén mojado, llevo sus manos al broche y se deshizo de él, le deslizó lento los tirantes hasta que consiguió sacarlo por completo, paso suavemente sus dedos por el contorno de ambos pezones haciendo a Cristina estremecerse con su tacto, los besó, los devoró y continuó su camino besando y lamiendo su cuerpo hasta llegar al borde las braguitas, empujó de ellas lentamente rozando sus piernas con los dedos en el trayecto logrando erizar la piel de Cristina, se bajo de la cama y se colocó de rodillas en el piso, jaló fuerte a Cristina de la cintura y la trajo hasta el borde la cama. Un suspiro se escapó entre los labios de la morena, Heriberto volvió a la zona que acaba de dejar descubierta y la delineó completa con las yemas de sus dedos, espacio, reconociendo cada milímetro de su intimidad y consiguiendo acelerar la respiración de ella. Acercó su boca allí y repitió el proceso ahora con su lengua, en el momento que se centró en su entrada Cristina le agarró de la nuca con sus manos para hacer mas profundo ese contacto, la lengua húmeda trabajo sin descanso hasta que consiguió lo deseado y una explosión de placer. inundo sus labios. Cristina se tensó y sintió como los labios masculinos sonreían aún sobre su intimidad.