𝕯𝖔𝖑𝖔𝖗

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Los años transcurrían en el palacio entre peleas continuas en las sultanas madres de los príncipes.

Despedidas y nuevas llegadas pasaban por la gran familia del Sultán, los príncipes y las pequeñas sultanas crecían al pasar del tiempo, las tardes de cena con el Sultán eran magníficos.

Era difícil que las pequeñas sultanas sean separadas, eran escurridizas para lograr su cometido detrás de la madre de la mayor quien no podía dejar de lado el cariño hacia su menor hermana.

Entre risas aquellas niñas que ya crecían cada vez más trataban de esconderse para observar mejor a cierto hombre que encantaba a una de las sultanas, la más pequeña para ser específicos.

— Mihrimah ya callate o van a escucharnos.

— No logro verlo.

— Espera un poco.

Trataban de acomodarse entre el pequeño agujero en la pared para ver mejor al hombre quien charlaba ignorando los murmullos de las niñas a las cuales ya había escuchado.

Su plan podía funcionar si no fuera por aquel valeroso príncipe que se acercaba a sus espaldas con sus brazos cruzados a su atrás mientras trataba de entender porque sus hermanas se escondían.

Aun que él sabía del porqué prefería ignorarlo, pues lo veía como juegos de niñas. Decide acercarse más rápido para espantarlas así que ya estando a centímetros de sus hermanas decide engrosar su voz.

— Sultanas.

Ambas brincan por la sorpresiva voz que las llama a sus espaldas, la que las hace voltear asustadas por ser descubiertas.

— ¿Que miran?

La pequeña Mihrimah corre en sentido contrario para no ser descubierta aún que todos sabían la atracción que sentía por el hombre que se iba acercando lentamente.

— Mihrimah, no me dejes.

— ¿Vas a responderme? — el primogénito del Sultán mira a su bella hermana quien se pierde en el intento de disimular.

Ella sabía que no era buena idea espiar a alguien y menos a un hombre, pero deseaba complacer a su hermana.

El príncipe que ya tenía su sospechas terminaba por aclararlas cuando dicho porte varonil ya está detrás de su linda hermana.

— Príncipe, sultana. — forma una reverencia ante sus majestades. La sultana da un pequeño brinco dejando que sus mejillas se queden carmesí al oír su voz.

Se acerca a su hermano de espaldas para tener al imponente hombre a su enfrente.

— Malkocoglu.

— ¿Puedo ayudarlos en algo su majestad?

— No de mi parte Bey, pero quizás aquí la sultana desee algo.

Presiona sus hombros con una sonrisa escondida, el adoraba poner a su hermana en aprietos y más cuando se trataba de Malkocoglu, él sabía que no era ella la interesada aún así siempre caía ella porque su hermana menor huía ante ser descubierta.

— Yo.. yo no. — trata de evitar las miradas y sonrisas sobre ella, pero una idea fugaz cae en sus hombros, así que toma el valor para decirlo — Malkocoglu, ¿Que harás por la tarde?

— Nada sultana, ¿Desea que la ayude en algo?

— Deberías almorzar con nosotros, mis hermanos y yo estaremos en el jardín.

— No quisiera incomodar a los príncipes sultana.

— No lo harás y estarás ahí, es una orden.

𝑼𝒏 𝑷𝒂𝒔𝒐 𝒂𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 | 𝑴𝒂𝒍𝒌𝒐𝒄𝒐𝒈𝒍𝒖 𝑩𝒂𝒍𝒊 𝑩𝒆𝒚 | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora