𝕱𝖊𝖑𝖎𝖈𝖊𝖘 𝕰𝖓𝖆𝖒𝖔𝖗𝖆𝖉𝖔𝖘

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Su bello vestido con encajes dorados resaltaba el obscuro color negro, el cabello suelto como solía caer, en cascadas pronunciadas y con su aroma a rosas.

El día siguiente junto al brillo del hermoso sol llega al palacio Topkapı, la reluciente manera en que todos los acordes de la belleza iban junto a la mujer de cálidos y fogosos ojos era espléndida.

El aburrimiento la había abrumado tomando la decisión de caminar por los bellos jardines privados, deseaba distraerse, quitarse de la cabeza esos recuerdos tan confusos.

Su manera de actuar la dejaba con tantas dudas, sin embargo quería olvidar al sentir que había traicionado a su primer amor, a ese amor tan puro que hubiera tenido futuro.

Cada aroma de las flores caen en su andar y su belleza, cada pájaro cantor dejaba ver sus dotes solo al sentir su presencia, su sultana del día y de la noche los deleitaba con su sola presencia.

Esa paz que tenía en su alrededor comenzaba a alejarse al ver a su madre bajó la gran carpa, sus delicados pasos no podían detenerse pues su abuela ya la había visto, era en vano frenar.

Sus labios forman una amena sonrisa para reverenciarla, al acortar su distancia deja un beso en sus nudillos.

— Mi sultana, ¿Como se encuentra el día de hoy?

— Muy feliz ahora que te veo. Siéntate acompáñanos.

— Si me lo permite sultana, desearía caminar un poco más, no me siento muy bien.

— Si.. me entere lo sucedido anoche, es muy lamentable.

— No me quejo sultana, son mis hermanos a pesar de todo.

— Ve hija, relájate un poco.

— Gracias mi sultana. — formar su ademán común para marcharse lo más rápido posible aquí que esto se ve interrumpido al llamado de su nombre.

— Raziye, hija. — su madre se pone de pie de inmediato para mirar a la gran sultana e inclinarse y así correr hacia su hija quien había frenado cualquier tipo de andar.

Al llegar a su lado nota su desprecio en su mirada, pues está no deseaba ni dejar sus ojos en ella, sabía que aún sentía rencor.

— Rompes mi corazón hija, ¿Cuando acabarás con esta tortura?

Decide tomar el valor suficiente para ver a los ojos a la mujer que asesino a su primer amor.

— No lo se madre, no es como que mi dolor tenga fecha de vencimiento.

— Ya eh pedido tu perdón, ten piedad de tu madre. Sabes que no puedo seguir existiendo si tu no estas a mi lado.

— Yo ya te perdone madre de eso no tengas duda.. — una gota de esperanza volvía a surgir en los ojos tan bellos de la mujer — pero no puedo ver a los ojos a la asesina de una persona inocente.

Decide no continuar frente a ella alejándose lo más que puedo con un apuro cada vez más creciente.

Esma le da su espacio, sabía que eso era lo que necesitaba su sufrimiento, debía dejarla llorar, sanar poco a poco. La sigue con mucha distancia de por medio, no quería que se sintiese oprimida con tantas cosas.

A pesar del tiempo y su bondad, su corazón nunca dejaba que olvide, le dolía su muerte, se sentía culpable. Su amor había ocasionado su muerte y eso jamás iba a perdonarse.

Tanta es su frustración que no le permite ver la piedra que pisa doblandose el pie, cae sentada al suelo y recarga su cuerpo en grana árbol a su atrás, su tobillo dolía, pero no lo suficiente para afectarle.

𝑼𝒏 𝑷𝒂𝒔𝒐 𝒂𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 | 𝑴𝒂𝒍𝒌𝒐𝒄𝒐𝒈𝒍𝒖 𝑩𝒂𝒍𝒊 𝑩𝒆𝒚 | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora