𝖀𝖆𝖑𝖊𝖓𝖙í𝖆 𝖞 𝕮𝖔𝖗𝖆𝖏𝖊

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— Comienza a fastidiarme y eso me irrita.

— Quiere que la saque de aquí.

— No, ya no hay vuelta atrás, luego hablaré con ellos. Ahora solo ve, descansa, come algo.

— Si sultana. — obedece sus ordenes y cuando la bella mujer está por ponerse de pie sus puertas se abren.

No solo ella se sorprende, si no que también sus hermanos, al estar dentro se reverencia ante los príncipes para luego encaminar sus pasos sin ningún descaro hacia ella.

Cada reacción que podía surgir de la bella princesa se veía detenida por los nervios al tenerlo en frente. Al estar lo suficientemente cerca como si la sorpresa no fuera mayor se arrodilla ante ella, sus labios se abren por la inesperada actitud del Bey.

Todos se concentraban en tal acto de amor del Pasha frente a sus ojos.

— Mi sultana, por favor perdóne mi insolencia y mi descaro.

— Malkocoglu.. — murmura.

— No puedo estar lejos de usted, no quise hacerla enfadar, por favor perdóneme. — esperaba cualquier cosa del Pasha menos ello, no entendía porque lo hacía.

Sus manos se dejan ver y con estas una hermosa caja la cual abre dejando ver el esplendor dentro de ella. Un hermoso anillo con un diamante rojo, como el rubí que era ella, permanecía en su interior.

Saca la bella joya para tomar la mano de su prometida donde con delicadeza deja que se deslicé, al asegurarla besa sus nudillos para mirarla con tanta profundidad que lograba causar escalofríos, pero no en ella.

Toma un pequeño impulso para acercar su rostro a la de su sultana para besar su mejilla, el golpe de su aroma la había escandalizado por completo y no sabía el porque, porque tanto desenfreno cuando el Pasha se acercaba.

Su mirada se desvía hacia sus hermanos que no dudarían en perderse cada momento del que ocurría, pero estos al notar la almendrada mirada se componen para no estorbar más.

Regresa sus ojos al hombre frente a ella quien se pone de pie para estenderle su mano.

— Si me lo permite mi sultana, desearía acompañarla. — sus ojos viajan una y otra vez a la dura mirada del hombre y su mano.

Sabia que cada acción en los próximos segundos no serían muy bien pesados, así que toma su mano para ponerse de pie sin despegar sus ojos de él.

No pasa mucho cuando todos ya están comiendo, riendo y sonriendo, era una noche muy tranquila en familia.

Aun que no por mucho.

— Cuando Bayaceto y yo eramos más pequeños, solíamos luchar con espadas — comienza a contar el pelirrojo — y claro el siempre perdía.

— Eres el único que lo recuerda así. — contraataca el mencionado, la sonrisa estaba en todos.

Una pequeña caja de madera y cubierta de oro es lo que le acercan a la hermosa mujer quien no duda en recibirlo con una bella sonrisa.

— Es lo que te regalo nuestro padre ¿A caso? — ve a su hermano que por fin se da el valor de hablarle.

— Así es. — asiente — Padre lo mando hacer especialmente para nosotros.

— ¿Que es? Déjame ver. — con algo de miedo le entrega la caja a su hermano que comienza a curiosear con el menor de todos preguntándose como la reconstruirian si la desarmaban.

— Tengan cuidado, los mejores artesanos la repararon para mi. No vallas a romperlo como antes.

Bayaceto le regala una sonrisa que se mezcla con la risa de Cihangir por las travesuras que siempre cometían.

𝑼𝒏 𝑷𝒂𝒔𝒐 𝒂𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 | 𝑴𝒂𝒍𝒌𝒐𝒄𝒐𝒈𝒍𝒖 𝑩𝒂𝒍𝒊 𝑩𝒆𝒚 | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora