CAPÍTULO 9 TE LLEVASTE MI HISTORIA CONTIGO

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La atmósfera cargada de tensión era palpable dentro del vehículo en el que Milenka e Itzam viajaban hasta el cementerio donde descansaban los restos de su padre. Al joven Balcab solo le faltaba entonar el himno nacional chino para poder bloquear de su mente todos aquellos pensamientos impropios que aparecieron en su cabeza cuando Milenka lo obligó a elegir entre distintos conjuntos diminutos de ropa interior. A pesar de luchar consigo mismo, no logró evitar imaginarse cómo se vería con ellos puestos y, lo que era peor, cómo se vería sin ellos, recostada sobre su cama mirándolo con esos ojos inocentes y sus mejillas sonrojadas.

— Maldita sea, Itzam, eres un enfermo. Es solo una chiquilla. ¡Por Dios! ¡Y si se trata de tu hermana? ¡Gracias a Dios que no lo es!—dijo una voz perversa dentro de él.

Cerró los ojos y suspiró pesadamente, apretando el volante con tanta fuerza que los dedos le dolieron.

Mientras tanto, la joven rubia junto a él apenas podía creer que hubiera sido capaz de comportarse de manera tan descarada. ¿Dónde había quedado el decoro que las monjas tanto le habían inculcado?

«Al diablo con el decoro, este hombre es mío y yo seré suya para siempre. Así que es normal que las parejas tengan estos juegos» se animó recordando lo que sus amigas le habían contado.

El joven Balcab no dejaba de darle vueltas al asunto, convencido de que Milenka no era tan inocente como parecía. Mostró una gran astucia al convencerlo de entrar a esa tienda junto con ella, y pese a que eran evidentes y algo torpes sus intentos de seducción, lograron causarle un impacto. Sin embargo, ella era solo una niña de diecisiete años, razón suficiente para mantenerse alejado de ella.

— Hemos llegado — anunció Itzam mientras se encontraban estacionados frente a las enormes rejas de la entrada del cementerio. Estas se abrieron de par en par para darles la bienvenida al frío lugar donde descansaban las almas de los difuntos.

— Este lugar es frío — señaló mientras se abrazaba a sí misma.

— Te hubieras puesto más ropa más... — no pudo evitar mirarle las piernas — abrigadora — dijo, pasándose saliva en seco y desviando la mirada de ella antes de que aquellos pensamientos sexuales que tanto le costó mitigar aparecieran de nuevo.

— No es por el clima, es más como una sensación escalofriante — explicó ella.

— Es solo un lugar — replicó Itzam.

«Aparte de ser loca, es supersticiosa» se quejó en el pensamiento.

Su pequeño debate quedó de lado cuando Itzam detuvo el auto frente a lo que aparentemente era una pequeña capilla con una arquitectura neoclásica, decorada con flores que simbolizaban la redención de las almas.

Milenka bajó del auto sintiendo como si fuera transportada a la época medieval, donde existían reyes y reinas. Contagiada por el aura antigua del lugar, su imaginación viajó más allá y los cinco minutos que duró el trayecto del auto desde la entrada de la capilla le bastaron para idear en su mente toda una historia romántica, mágica y sensual junto a Itzam. Él era un vampiro que la secuestraba; al fin y al cabo, ya parecía uno: alto, de piel pálida y mirada oscura. La arrastraba hasta la oscuridad del cementerio para convertirla en su amante eternamente.

— ¡Oh!, mi rey de la oscuridad — se le escapó en voz alta.

— ¿Qué? — inquirió Itzam mirándola como si de pronto ella tuviera un par de cuernos en la frente.

— ¡Oh, Dios mío!... qué lugar tan antiguo — compuso nerviosa.

No hizo falta que el joven Balcab le indicara dónde estaba el lugar de su padre. Las flores que aún conservaban un poco de su frescura y un par de velas a medio derretir le indicaron a la joven a dónde tenía que dirigirse.

OSCURA INOCENCIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora