CAPÍTULO 3 ¡VAMOS A CASARNOS!

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Aferrada al cuello de Itzam, quien no podía estar más confundido, la joven no dejaba de llorar, balbuceaba palabras ininteligibles.

La humedad de su cuerpo y el llanto desconsolado pronto incomodaron a Itzam, quien con poca delicadeza la apartó. Su rostro no expresaba más que repulsión hacia el mal aspecto de la joven; el cabello y la ropa le escurrían, su cara se desfiguraba en un puchero, empapado de agua, lágrimas y mocos.

— Lo... lo sien...to — balbuceaba entre lágrimas — No... puedo ...

— ¿Quién eres? ¿Y qué haces en mi casa? — la rudeza y falta de amabilidad en la voz de Itzam lograron que el llanto de la chica cesara de inmediato; esta lo miró confundida unos segundos antes de agachar su rostro avergonzada.

— Qué tonta — exclamó con timidez. — Estaba tan emocionada por conocerte al fin... olvide que no nos conocíamos en persona. Digo, yo me moría por verte, claro que no quería que fuera así — las palabras salían de su boca como una cascada una tras otra. — Siempre imaginé el día en que tú y mi padrino fueran a mi graduación — de nuevo, la voz se le quebró, anunciando que el llanto surgiría de nuevo.

— Eso no responde a mi pregunta — señaló Itzam impaciente.

La joven decidió ignorar los pocos mocos modales y la falta de emoción por parte del hombre, «seguramente está igual de nervioso que yo», se dijo a sí misma.

— Perdón — dijo en un suspiro — Soy Milen — dijo al fin, sonriendo tímidamente con sus ojitos llenos de emoción y su corazón latiendo a mil por hora.

Pese a que las razones por las que estaba ahora ahí eran dolorosas, el estar al fin frente al hombre con el que había soñado todos los días desde hacía un par de años atrás, la llenaban de una emoción inexplicable que apenas y podía controlar.

— Bien, Milen, tienes un minuto para explicar qué haces aquí antes de que llame a seguridad.

— ¿Qué? — exclamó la joven confundida. Las mariposas en su estómago dejaron de revolotear.

— ¿Eres sorda o tienes alguna discapacidad mental? — Itzam dedujo al instante que se trataba de la joven protegida de su difunto padre. Solo necesitó conectar los puntos entre una chica desaparecida y otra que apareció devastada en la madrugada a las puertas de su casa para tener una idea de quién era. El desprecio hacia ella se apoderó de él, llevándolo a comportarse de esa manera.

— No, no lo soy — respondió la joven con temor — Yo... bueno... sé que no estuvo bien escaparme, pero él era mi única familia... él y... tú — agregó mirando con ternura y anhelo — Tenía que verte, saber cómo estabas, decirte que lo siento — su voz se fue apagando.

Itzam podía odiarla con todo su ser, sin embargo, no podía negar que la joven era sincera con su dolor, el sufrimiento brillaba en su mirada.

— Sé cómo te sientes — el mismo sufrimiento se hacía presente en la obscura mirada de Itzam, por eso la joven no dudo en querer consolarlo, compartir y superar juntos ese dolor que los embargaba.

— ¡No me toques! — Itzam se alejó de ella como si fuera una leprosa.

Milenka se quedó congelada en su lugar. Su mente llena de pensamientos, se centró en las razones que justificaban la mala actitud de Itzam.

— Tienes que irte — dijo él — No puedes estar aquí — el desprecio salía afilado de sus labios con cada palabra.

— No, por favor, no puedo regresar al convento — suplicaba la joven en medio del llanto de nuevo.

— Llamaré un taxi para que te lleve a un hotel — Poco le importaron las súplicas de la joven, ansiaba deshacerse de ella y de todo lo que representaba.

OSCURA INOCENCIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora