CAPÍTULO 44 EL MENOR DE MIS TEMORES

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Milen entreabrió los ojos, una figura masculina la miraba atento desde lejos. Llevaba el torso descubierto, su cabello ligeramente despeinado, recargado sobre el marco de la puerta que daba a la terraza, descansaba sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón, la única prenda que portaba.

— Estás muy lejos de mí — dijo estirando su mano hacia él.

La impactante sonrisa de Itzam junto a su penetrante mirada y la luz del amanecer destellando desde su espalda eran la imagen más gratificante que una dama podría recibir al despertar, simplemente su día estaría lleno de dicha.

— Pareces, un maldito dios griego — Milen había perdido el filtro de entre lo que pensaba y decía en voz alta.

— Yo diría que me acerco más a un gobernante de la oscuridad que a un dios — replicó Itzam, divertido con los halagos de Milen.

— Entonces o señor de la oscuridad venga aquí — al estirarse una ráfaga de dolor surcó el rostro de Milen.

— No es buena idea que me acerque a ti en este momento, tienes que recuperarte — aunque Milen hubiera querido objetar a eso, Itzam tenía razón, todo el cuerpo adolorido como si hubiera rodado por cientos de escaleras y además un camión la hubiera arrollado.

— Estoy bien — Mintió. Su necesidad de Itzam era más grande que cualquier cosa e incluso el dolor en sus extremidades, podría soportarlas.

— Desde esta distancia me está costando demasiado contenerme, si me acerco a ti las cosas se pondrán... tensas — la voz de Itzam fue bajando de tono sensualmente, al mismo tiempo que recorría el cuerpo de Miel, la fina tela de las sabanas dejaba muy poco a la imaginación.

Un río de escalofríos recorrió el cuerpo de Milen acelerando el ritmo de sus latidos.

— Te necesito — dijo en un puchero.

— Anoche me sobrepasé... debí ser más precavido, espero no haberte lastimado demasiado — dijo a modo de disculpa.

— Fueron solo tres veces —jamás tendría suficiente del hombre frente a ella.

En respuesta Itzam esbozo una enorme sonrisa, Milen nunca dejaba de sorprenderlo.

— Demasiado para tu primera vez.

— Fue increíble, tú eres increíble — Dijo ella sumergiéndose en los recuerdos de cómo Itzam marcaba todo su cuerpo con sus besos y caricias, de cómo la excitación oscurecía su mirada mientras yacía sobre ella embistiendo una y otra vez con fuerza. La primera vez fue dulce y delicada, se podría decir que hasta cauteloso, la segunda sus embestidas se volvieron más fuerte y la tercera se convirtió en una animal sin control.

Los ojos de Itzam se cerraron con fuerza mientras tragaba grueso intentando no dejarse llevar por los recuerdos de cómo tomó a Milen a su antojo sin pudor, lo increíble que se sentía estar dentro de ella, lo estrecha que estaba y facilidad con que su cuerpo se amoldaba al suyo.

— Descansa un poco más, tomaré un baño — uno con el agua bien fría.

— No quiero — rezongó ella como una niña pequeña.

Cuando Itzam se acercó a ella, creyó que sus deseos se cumplieron, sin embargo, este solamente le dio un beso rápido que la dejó con ganas de más.

Una vez que el sonido de la regadera se escuchó, Milen hizo el intento de levantarse; pero el dolor en su cuerpo la obligó a bajar la velocidad de sus movimientos — ¡Auch! — se quejó, la situación empeoró cuando logró sentarse sobre la cama, la parte más última de su cuerpo escocia un poco y al igual que sus pechos se sentían muy sensibles.

OSCURA INOCENCIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora