CAPÍTULO 36 HACES TRAMPA SI ME SONRIES ASI

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La madre de Itzam preparó obsequios para todos, incluidos Noah, quien recibió un hermoso reloj y Milenka a quien le regaló una pulsera pandora de oro blanco con tres dijes colgando de ella, uno era en forma de corazón, otro el símbolo del infinito y el ultimo la inicial de Itzam.

— Esta hermosa, mil gracias, no debió molestarse — agradeció Milen mientras observaba con ternura la pulsera sobre su muñeca.

— No es nada querida, estoy muy feliz de que mi hijo haya encontrado al fin a alguien que lo haga tan feliz— respondió con ternura y sinceridad.

—Es hora de irnos— Itzam rodeo la cintura de Milen, listo para llevarla con él.

—¿Irse?, por supuesto que no— Se negó rotundamente su madre— es muy tarde y además has bebido mucho, se quedarán aquí y no se diga más.

— Mamá... — la llamó Itzam dispuesto a contradecirla; pero Milen no se lo permitió.

— Para nosotros será un gusto quedarnos, gracias— los ojos de Luciana brillaron de emoción, Milen le estaba dando el mejor regalo de navidad.

— Nosotros hemos traído chófer así que nos retiramos, fue un placer compartir esta velada, sobre todo fue un gusto conocerte, querida Milen— Nerón tomó la mano de Milen y la beso, aunque era un gesto galante, causo incomodidad en Milenka y molestia en Itzam.

— Yo también me voy, muchas gracias, todo estuvo increíble --- Noah también se marchaba.

— ¿Puedes llevarme? — preguntó Ramona mientras se colocaba su abrigo.

—¿Y tu padre? — quiso saber Noah —Vienes con él — señaló.

— Querrá qué me quede en casa con él y la verdad preferiría descansar en la comodidad de mi cama.

— Claro, tu cama — Noah la miró con sospecha.

— ¿Me llevas o no? — exigió saber Ramona poniendo lo brazos en jarra. Una son risilla picarona se curvo en los labios de Noah, entendió lo que Ramona realmente quería de él.

— Esta bien, vamos — ambos se despidieron de Luciana, Milenka e Itzam y se fueron juntos.

— Fue una noche increíble— exclamó Milen al entrar a la habitación qué alguna vez fue de Itzam en aquella enorme casa.

No había mucha diferencia en comparación con la habitación de su departamento, era igual de espaciosa, al centro una cama enorme con la cabecera de madera oscura, un pequeño escritorio descansaba en una de las esquinas y una pequeña sala frente a un enorme televisor conectada a una consola de videojuegos, hacían la diferencia junto al color azul marino de las paredes.

— Lo ha sido — concordó él deshaciendo el moño de su cuello.

— Tu madre se veía muy feliz— se puso de espalda a él y recogió su cabello para que le ayudara a desabrochar su vestido, este era sencillo de corte largo en color guinda y ceñido al cuerpo, lo que hacía relucir su impactante figura.

— Como no habría de estarlo, te has empeñado en complacerla en todo— alegó Itzam.

— No nos pasara nada por quedarnos una noche aquí, en cambio para ella significa mucho. Se siente sola, conozco muy bien esa sensación, la viví durante muchas navidades en el convento— su mirada se perdió en los recuerdos de aquellas navidades qué paso en completa soledad en el internado — cuando mi padrino me visitaba ideaba una y mil formas para hacer qué se quedará más tiempo, creo que él se daba cuenta, aun así se quedaba todo lo que podía—agachó el rostro para que Itzam no notara las lágrimas qué se escaparon de sus hermosos ojos.

Este se acercó a ella la tomo por la barbilla alzando su cara, con ternura limpio el par de lágrimas qué rodaron por sus mejillas — Te prometo que nunca más volverás a sentirte así. yo no le doy mucha importancia a estas fechas, no desde que deje de creer en santa Claus; pero con tal de verte tan feliz como hoy, estoy dispuesto a tolerarlas — Milen unió sus labios a los de Itzam inmensamente feliz.

El fuego qué se encendía al instante en su interior cada vez que lo besaba le recordó que tenía una deuda pendiente con él.

Desde su encuentro en la oficina de Itzam, donde este le hizo sentir su primer orgasmo, Milen quería retribuirle de alguna manera el placer que le brindó, sobre todo después de darse cuenta como el hombre sufría por no poder desahogar sus ganas como era debido.

Sabía que él no cedería a acostarse con ella, no lo hacía en su propia casa, menos lo haría en la de su madre, así que después de una exhaustiva investigación en internet y con sus amigas de la escuela encontró la manera perfecta de hacerlo.

— Estuve pensando la mejor manera de agradecerte todo lo que haces por mi— lo tomó de la mano y lo guio hasta el pequeño sofá, Itzam tomó asiento mientras ella se quedaba de pie.

Con la mirada fija en Itzam, terminó por sacarse el vestido y se puso de rodillas frente a él, solo en ropa interior. La oscuridad en los ojos de Itzam se volvió más profunda al darse cuenta de las intenciones de ella.

— Me has mostrado lo que es el pacer sobre tu propio sufrimiento... quiero... mejor dicho, deseo hacerte sentir lo mimo— lentamente y sin despegar la vista de él, llevo sus manos desde las rodillas hasta la entrepierna, Itzam trago grueso al sentir el rose de sus manos en su hombría.

— No tienes que pagarme, lo hago porque te deseo y el placer de verte alcanzando el clímax es más que suficiente para mí, no quiero que te sientas obligada a hacer algo que no quieras.

<> reclamó el demonio en su interior. ,>

— No me siento obligada, quiero hacerlo, deseo hacerlo, permite demostrarte cuanto te deseo— su voz era anhelante.

Itzam hecho la cabeza hacia atrás debatiéndose entre aceptar o rechazar el placer qué Milen quería darle.

Ahí estaba ella de rodillas frente a él, tan solo ropa interior, un sexy sostén de tela delgada y transparentosa y una diminuta tanga qué dejaba al descubierto sus bien moldeados glúteos, una imagen impactante y sensual.

— Milen — su nombre salió junto a un gemido de los labios de Itzam.

La joven lo sorprendió liberando su hombría de golpe, Milenka no dudaba como Itzam, ella sabía lo que deseaba e iría por ello.

Observó con asombro el miembro erguido de Itzam.

























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OSCURA INOCENCIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora