CAPITULO 5 HERENCIA

64 4 0
                                    



CAPÍTULO 5

HERENCIA

Fue muy poco lo que Itzam logró dormir aquella noche. El simple hecho de ser consciente de que a unos cuantos metros se encontraba una persona que para él era completamente extraña, sumado al enigma que la rodeaba en cuanto a su origen y la relación con su padre, le quitó el sueño.

Estaba decidido a hacer todo lo que fuera necesario para resolver aquel enigma, no solo porque buscaba deshacerse de esa mocosa, como la llamaba, sino porque, aunque no quisiera admitirlo, toda la situación le causaba cierta intriga.

Aquello era solo la punta del iceberg de todas sus preocupaciones. También estaba el hecho de cómo iba a explicar la presencia de Milenka en su vida. Hasta que ella no se fuera de ahí, corría el riesgo de que sus amigos y su familia se enteraran. ¿Qué iba a decirles?

«Tampoco es como que tengan que saberlo. La mantendré oculta y listo», se dijo a sí mismo con cierto optimismo. Más que su familia, sus amigos eran quienes frecuentaban más su departamento, y estaba seguro de mantenerlos a raya para que no se les ocurriera visitarlo hasta que Milenka estuviera a kilómetros de distancia en un internado.

Con esas ideas en mente, logró conciliar el sueño por un par de horas. Luego de bañarse y alistarse para ir a la oficina, salió de su habitación decidido a irse sin tener que ver a Milenka. Sin embargo, una voz en su cabeza que sonaba similar a la de su padre lo obligó a detenerse frente a la puerta de la habitación en la que la joven descansaba.

«Si no me hubieras criado como a todo un caballero, no estaría haciendo esto», se quejó internamente.

Llamó varias veces sin obtener respuesta de Milenka, así que, un poco incómodo, se vio obligado a abrir la puerta para cerciorarse de que estuviera bien y no se le hubiera ocurrido escapar nuevamente, lo cual sería mucha suerte para él.

Pero no, no tenía tanta suerte. Milenka descansaba a sus anchas, completamente dormida, con sus brazos y piernas extendidos por toda la cama y roncando ligeramente.

— Por Dios — murmuró Itzam — Parece un oso — se mofó antes de salir de la habitación — Si tengo suerte, no despertará hasta el atardecer — se dijo un poco más tranquilo antes de salir rumbo a su oficina.

---

El éxtasis y el cúmulo de emociones que la joven había experimentado el día anterior no le habían permitido conciliar el sueño. Eso, y que se la pasó detallando cada espacio, objeto y vibra de la habitación.

Todo le pertenecía a Itzam, y eso la deslumbraba. Creía ver en cada detalle una característica del hombre. Por ello, no quería dejar pasar nada. Según ella, podría descifrar mejor su personalidad y gustos.

La cosa no paró ahí. Tuvo que aguantarse las ganas de gritar a todo pulmón cuando cayó en cuenta de que traía puesta la ropa del chico que le robaba todos los suspiros.

— Huele a él — exclamó completamente extasiada. Se dejó caer con todo su peso sobre el colchón, agarró parte de la playera entre sus manos y llevándola a la nariz, inhaló el aroma de la prenda con tanto ímpetu que hasta le provocó un poco de tos.

La soledad, desde que Milenka tenía memoria, había sido su fiel compañera, aun cuando estaba rodeada de buenas compañeras en el convento y de monjas que la apreciaban, e incluso de su padrino. Pero, por extraño que pareciera, la presencia de esa soledad en ella ya no se sentía igual. Desde el primer contacto con Itzam, esa sensación había desaparecido.

Tal vez no tuvo el mejor de los recibimientos por parte del joven Balcab, y también estaba el pequeño detalle de que él no sabía de su existencia, y mucho menos que ella lo veía como su futuro marido. Aun así, su sola presencia le hacía sentir protegida.

OSCURA INOCENCIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora