CAPÍTULO 50 AMARTE FUE UN JUEGO PERDIDO

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—¿Itzam? — lo llamó cuando su voz se dignó a salir de sus labios.

Este la escuchó claramente; aun así, decidió ignorarla y como si un interruptor se encendiera en él, afianzó sus caricias en Emilia.

Milen no lo soportó, corrió hacia ellos presa de la ira, agarró a Emilia por los cabellos con tanta fuerza que de un solo movimiento se la quitó a Itzam de encima y la lanzó a un lado.

— ¿Qué mierdas estás haciendo? — exclamó con los ojos llenos de lágrimas.

— ¡Eres tan idiota que no te das cuenta! — chilló Emilia encarándola — Lárgate mocosa, no nos interrumpas.

— ¡Cierra la boca!, ¡Maldita zorra! — con toda la fuerza con la que la ira y la decepción llenaban su cuerpo, Milen le propinó dos bofetadas.

—¡Basta! — ordenó Itzam — Déjanos solos, Emilia —agregó sosteniendo la mirada en Milen —¡Ahora! — con sus manos sobre sus mejillas y la mirada cargada de indignación, Emilia, salió de aquella habitación.

— ¿Por qué estás haciendo esto, Itzam? — demandó saber Milen — ¿por eso querías que me fuera?, para poder revolcarte con tus golfas a tus anchas.

— Te advertí que no era un buen hombre, el hombre que tú quieras que sea — la dureza de su voz atravesó a Milen, expandiendo el vacío que sentía en su interior.

— No, no, estás mintiendo — Milen movía su cabeza de un lado a otro resistiéndose a creer las palabras de Itzam — No importa como hayas sido antes, tú ya no eres así, cambiaste, por mí, lo vi, ¡lo sentí! — dijo llevándose una mano al pecho.

— Lo intenté; pero no lo conseguí, lo siento, no era mi intención lastimarte, ni que te enteraras de esta forma — la indiferencia con la que hablaba enfureció aún más a Milen.

— Por favor Itzam, te lo suplico, no me hagas esto, yo te amo — exclamó en un lamento que venía de lo más profundo de su ser, la vida se le fue en el, mientras caía al suelo de rodillas.

La mandíbula de Itzam se tensó, apretó sus puños con fuerza, conteniéndose para no correr hacia ella y abrazarla. Se estaba desgarrando por dentro al verla sufrir de aquella manera y se maldijo una y mil veces por ser el causante de ese dolor.

—¿Amor?, ¿cómo puedes llamar amor a algo tan retorcido?; no es amor lo que sentimos, yo te deseaba, te tuve y la magia se fue y tú solo estás ilusionada, eres muy joven, no sabes nada del amor y para ser sincero yo jamás lo he conocido — espetó con desdén.

—¿Por qué sigues llamando retorcido al amor que sentimos?--- preguntó llena de dolor —¿tan malo es amarme?

— No — respondió él elevando las esperanzas de Milen por un segundo — Por qué yo no te amo — aquella frase dio el golpe final a Milen. Pudo escuchar como los pedazos que quedaban de su corazón se detenían y dejaban de latir.

Pero no fue la única que recibió los estragos de aquellas palabras, Itzam sentía que agonizaba. Perdió todo el aliento tras decir aquello, dejando de respirar. La oscuridad de su mirada se volvió cristalina, apenas podía contener las lágrimas que amenazaban con salir. Nunca había llorado, ni siquiera cuando su padre murió, y ahí estaba aguantándose las ganas de hacerlo por ella.

No había consuelo para su dolor, tal vez Milen, en algún momento, encontrará la paz, rehiciera su vida y lo olvidará en algún rincón de su mente, como un mal recuerdo y deseaba que así fuera, aunque le partiera el alma, saber que ella podría rehacer su vida con alguien que no fuera él; pero ese era el precio que tendría que pagar por ser el causante de su sufrimiento.

OSCURA INOCENCIA (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora