11

789 41 115
                                    

You promised the world and I fell for it
I put you first and you adored it


Isabella Scaloni


Cerrar un ciclo es terminar con esa etapa de la vida en donde hicimos todo lo que teníamos que hacer, incluso más, y el cual ya no es un lugar donde debamos permanecer.
Algo totalmente necesario para no arrastrar cosas del pasado que pueden arruinar el futuro.

Es por este motivo que fui a visitarlos a James o eso supongo. Creo que necesitaba ver con mis propios ojos una vez más que no es quien yo creía. Esa persona que mi mente había imaginado e idealizado por tanto tiempo.

Pero estoy cansada de guardarme todo y arrastrar con tanto peso, por lo que, aunque fue difícil, tomé la decisión de contárselo a alguien más. Y es justamente por ese motivo que estoy viajando a España en este momento.

Otra vez me encuentro frente a una casa, parada en la puerta de entrada e intentando calmar mis nervios. Pero es otro tipo de ansiedad la que siento porque no sé como puede reaccionar o que puede decirme. No quiero que se vaya todo al carajo, no ahora que estoy logrando sanarme o eso intento.

Los segundos se me hacen eternos mientras espero a que me abran. La primer persona que veo es a Martina quien me sonríe ampliamente pero luego frunce el ceño al ver que mi sonrisa, o más bien mueca, no es genuina. Si bien no es de mis mejores amigas, el vínculo que hemos logrado tener y que pase tanto tiempo con Rodrigo hace que pueda leerme con un poco más de facilidad que el resto. Sabe cuando hablar o sólo estar ahí presente, dado su apoyo.

—Pasá, está en el patio.

Me acerco a paso lento hacia el interior de la casa y la saludo con abrazo que dura varios segundos. Cuando cierra la puerta se ofrece en llevar la valija hacia una de las habitaciones y yo me dedico a caminar hacia donde está Rodrigo.
Lo veo hacer jueguitos con la pelota. Esta muy concentrado y me odio por molestar su paz. Lo primero que se me ocurre es aclarar la garganta para llamar su atención, cosa que logro sin problema. Deja la pelota de lado y cuando me ve su cara muestra felicidad y como es costumbre, abre sus brazos para que vaya a abrazarlo.

Mis pasos siguen siendo lentos y es algo que llama su atención haciendo que se ponga serio. Quiero evitar sus ojos pero no puedo. Me es más fácil que me entienda con sólo una mirada.
Cuando estamos a pocos centímetros de distancia, mis ojos comienzan a picar y mi labio inferior tiembla.
Me es inevitable contener las lágrimas y lo abrazo fuerte, escondiendo mi cara en su pecho.
El llanto se vuelve descontrolado cuando sus manos soban mi espalda y no puedo contener los sollozos que salen de mi boca.

—Sh sh, tranquila.— Acaricia mi cabeza y corre el pelo de mi cara.— Respirá Isa, respirá.

Al conocernos desde tanto años, hemos aprendido a calmarnos en estas situaciones. Sabe que cuando empiezo a respirar mal es posible que comience con algún ataque de pánico o me desespere. Siempre me ayudó con la respiración y aunque ahora me está costando controlarme, puedo calmarme un poco, pero casi nada.

—Fue James ¿no?— No me sorprende que sea su primera suposición. Asiento.— ¿Fue ahora o es algo del pasado? Isa respondeme porfavor.

—A-ambas.— Mi voz se quiebra y soy un mar de lágrimas. Al seguir abrazados, noto como su cuerpo se tensa al confirmarle algo que en su inconsciente sabe pero nunca me animé a decirle.
Me separo un poco al escuchar ruido a mis espaldas.

—¿Necesitan algo?— Siento como Rodrigo niega.— Cualquier cosa estoy en el living.

Por el rabillo del ojo veo la preocupación de Martina y cómo la última oración la dice mirándolo directamente a los ojos. Nos da la privacidad que necesitamos pero está atenta ante cualquier cosa. También noto como con un gesto de cabeza pide confirmación de que estemos bien y mi amigo solo le guiña el ojos. Demuestra tranquilidad pero sé de sobra que no es como se siente.

Quedate - Leandro Paredes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora