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Ella es callaíta
Pero pa'l sexo es atrevida, yo sé
Marihuana y bebida
Gozándose la vida como es

Volver a casa después de un viaje siempre era algo que me gustaba. Pero en este último período ya no se sentía como un hogar. Quizás alquilar o comprar otro lugar para hacerlo sólo mío es lo que necesitaba.

Entro al departamento que tenía en Buenos Aires. Luego del viaje en avión, nos despedimos en el aeropuerto y cada uno tomó caminos diferentes. No por mucho tiempo porque Rodrigo ya había organizado una fiesta en su casa para esta misma noche.

Recorro con la vista el lugar y si bien no pasamos mucho tiempo acá con James, algunos recuerdos y fotos siguen estando presentes.

Olvidé por completo pedirle a Rosa, la mujer que solía ayudarme cuando vivía aún acá, que quitara todo lo que me recordaba a él.

También preguntarle que fragancia había usado para limpiar el departamento porque desde que crucé la puerta no puedo evitar sentir un poco de náuseas y asco.

Camino hacia la habitación para poder ordenar el equipaje y poner a lavar la ropa usada y aprovechar para bañarme. Si quería mantenerme despierta durante la noche, debía dormir aunque sea un rato de siesta.

Cuando logro despertarme me dirijo hacia la cocina para merendar algo. Al pasar por la sala me percato de que hay flores en la mesa.

Me acerco a ver el ramo y hago una mueca cuando veo que son rosas. Si bien considero que es una flor hermosa, no son mis favoritas. Nunca lo fueron.

Busco alguna dedicatoria o nota hasta que la encuentro. Hay una pequeña tarjeta escrita a mano. Me cae la ficha de quien ha sido el remitente. Sólo él me regalaba este tipo de ramos sabiendo que prefiero los tulipanes. Rosas rojas y en el medio un par de rosas blancas. La firma en el pedazo de papel me confirma que son de James.

Me siento un poco mareada al darme cuenta que el aroma del lugar es su perfume.
Ha estado acá. En mi departamento.
Olvidé por completo que él también tenía un juego de llaves.

Respiro hondo, tratando de no entrar en pánico. Esto definitivamente es de acosador.

Agarro el ramo y voy hacia la cocina para tirarlo a la basura. Me da pena hacerlo. Si fueran de otra persona me lo dejaría, pero en este caso no quiero nada suyo.

Mi ansiedad me pide que revise la puerta de entrada y corrobore si está cerrada con seguro.

Agradezco mentalmente que Martina me ofreció que me quedara con ellos en casa después de la fiesta. No creo poder dormir tranquila en este departamento. Menos estando sola.

No voy a seguir permitiendo que James o el miedo me paralicen. Tengo que seguir con mi vida y es lo que voy a hacer.

Me dirijo otra vez hacia la habitación para comenzar a prepararme. El hambre se me había ido por completo asique la idea de comer algo la descarto.

Paso un buen rato buscando que ponerme. Me miro al espejo y nada me gusta.
Estoy más delgada de lo normal y no me siento cómoda con nada de lo que me pruebo. Por este mismo motivo me decido a empezar con el maquillaje.

Cuando no estoy trabajando suelo optar por algo mucho más tranquilo. Me decido por un delineado cat eyes y marcar bien las pestañas.
Los labios los mantengo en un color nude con un poco de gloss.
Aplico iluminador sólo en los lugares que quiero resaltar.

Al quedar conforme con el resultado, vuelvo a la tarea de buscar que ponerme. Entro al pequeño vestidor y doy vuelta todo, encontrándome con un vestido que había olvidado por completo.
Creo que alguna de las chicas me lo regaló para un cumpleaños pero nunca había podido estrenarlo porque a James no le gustaba.

Quedate - Leandro Paredes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora