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Quédate
Que las noches sin ti duelen
Tengo en la mente las pose
Y todos lo que hicimo
Que ya no quiero nada que no sea contigo

Isabella Scaloni

Pero ya te dije que si voy. — Repito por enesima vez. — En serio pues.

Espero que sea verdad, quiero verte. — Suelta un pequeño suspiro. — Aunque no creo que tengas mucho tiempo libre, pero me alegro que por lo menos lo pases con tus amigos.

Me voy a hacer un tiempito para ir a verte fuera del festejo pa, tranqui.

Bueno, igual me conformo con saber que estas bien. Nos vemos en un rato.

Chau viejo, nos vemos.

Por fin lograba finalizar la llamada con mi papá, en la cual tuve que repetir mil veces que si iría a la celebración que se realiza en el predio. Tiro el celular sobre la cama, con cuidado de que no se caiga al piso y luego dejo caer mi cuerpo sobre ésta. Había llegado a Argentina hace muy pocas horas y estaba cansada, no había parado un segundo entre el trabajo y el vuelo largo. Por suerte pude tomarme un par de días antes de volver y esperaba aprovecharlos al máximo.

—¿Que hacés que todavía no estas cambiada? Dale Isabella.

—No sé si quiero ir Anto.

—Le confirmaste a tu viejo como treinta veces que ibas. — Tira algunas prendas sobre el colchón. — A parte tenés que hablar con Leandro. Viniste a eso ¿o no?

Si, claro que ese era el motivo principal por el cual estaba acá. Había estado bastante tranquila estos últimos días, más aún despues de haber intercambiado esas pocas palabras con él. Pero ahora, en este preciso momento, estoy muerta de miedo. ¿Realmente irá? ¿Se habrá arrepentido y ahora no quiere hablar? Me enderezo y quedo sentada. Anto ya está lista para salir y yo sigo en pijama, por eso está como loca buscándome algo decente para vestir. No creo que sea algo tan formal.

—Vos estas loca si pensás que me voy a poner eso. Es lo mismo que ir en bolas. — La escucho suspirar mientras descarta varias opciones. — Ese me lo puse en Qatar. ¿Tiene que ser vestido si o si?

—Da mejor acceso para cuando se vayan a coger por algún rincón.

—¡Antonela! Capaz que ni me dirija la palabra en toda la noche y vos pensando en eso. — Me hace montoncito con la mano y luego extiende lo que creo que es la mejor opción. — Quiero ir con algo tranquilo, no quiero llamar la atención.

—Imposible lo que pedis. A parte ¿a que le tenés tanto miedo?

Bajo el vestido por mi cuerpo, hasta que llega a los muslos. Camino hasta el espejo y me observo, pero no me veo. Estoy muy metida en mi cabeza y pensando sobre la pregunta que acaba de hacerme. ¿A que le tenía miedo? Todos parecían más que seguro de que iba a salir todo bien pero mientras más se acercaba el momento de enfrentarlo, más dudas tenía.

—A que cuando lo vea, él se de cuenta que ya no siente nada por mí.

El tono de mi voz es bajo, casi como si temiera ser escuchada. Antonela parece contener lo que realmente quiere decir por cómo me ve. Corro el pelo hacia atrás, respirando hondo y preparándome mentalmente para afrontar todo lo que venga. Se posiciona detrás mío y me sonríe a través del espejo.

Quedate - Leandro Paredes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora