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Sonrisita nerviosa, entre besos se enfadaba
Se le escapó un te quiero a la que no quería nada
Hasta que me conoció, ella no se lo esperaba

Leandro Paredes

Estoy seguro que lleva entre veinte y treinta minutos observándome, creyendo que estoy dormido. Puedo escuchar su respiración tranquila y los pequeños mimos que deja en mi cabeza, con cuidado para no despertarme. Si supiera todo lo que genera en mí.

Me ganó de mano, suelo despertar muy temprano y pensé que iba a ser yo quien la mirara pero parece que después de mucho tiempo pude dormir tranquilo, porque es justo lo que ella me trasmite, paz.

Hay muchas posibilidades de que cuando me dijo "te quiero" haya estado dormida, pero eso no quita de que lo sienta de verdad, solo que después de vivir todo lo que ella vivió en el pasado le cuesta volver a ser expresiva como antes. Tampoco quita el hecho de que voy a molestarla un poco en caso de no acordarse.

Una de sus manos viaja con cuidado a mi pecho y acaricia mis tatuajes. Puedo imaginarme a la perfección su cara, con la mirada perdida o hasta embobada. Mejillas un poco sonrojadas y esos ojos color avellana que me vuelven loco. No puedo evitar abrir los ojos porque también quiero disfrutar de la vista.

No se da cuenta que estoy mirándola porque esta concentrada en mi pecho. Sigue desnuda, tapada solo con la sábana. El pelo un poco alborotado pero igual de hermosa que siempre.

—Buen día hermosa.— Mi voz sale ronca y me mira sorprendida, aparece ese sonrojo que tanta ternura me da.
Muerde su labio inferior demostrando lo avergonzada que está por ser atrapada y esconde su cara en el hueco de mi cuello para dejar un beso y devolverme el saludo.

Nos mantenemos así un buen rato, ella besando la zona que tiene a su disposición y yo pasando mis dedos por su espalda desnuda. Me quedaría así toda la vida.

—Me voy a bañar.— Antes de que se levante dejo un beso en su nariz y la veo marcharse hacia el baño. Por ahora voy a seguir haciendo fiaca.

Al cabo de un rato, vuelve a ingresa a la habitación y sólo lleva puesto una remera larga que tapa hasta la mitad de sus muslos. Me es inevitable imaginarmela con una camiseta mía y desnuda abajo.
Cuando se acerca a la mesita de luz para agarrar su celular, le agarro un brazo para tirar de éste y atraerla a mí, logrando que quede sentada a horcajadas mía.

Una de mis manos queda sobre su muslo descubierto y la otra la llevo hacia su nuca para acercarla y comenzar un beso lento pero lleno de sentimientos. Un suspiro sale de su boca y es todo lo que necesito para profundizarlo.

Ella apoya sus manos en mi pecho cuando el beso comienza a subir de tono, tratando de calmarme. Deja un último pico en mis labios y acaricia mi pelo. Que lindo es despertarse así.

—Anda a bañarte dale. Voy a preparar el desayuno.

Antes de que pueda retenerla más tiempo, sale de arribo mío riéndose.
Le hago caso y me meto a bañar lo mas rápido posible.
Al bajar las escaleras ya puedo sentir el olor a la comida.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro cuando la veo cocinando y moviendo las caderas al ritmo de una canción que suena.

Me acerco a ella por detrás y la abrazo pasando mis brazos por su abdomen. Comienzo a dejar besos húmedos en su cuello y me fascina ver como su cuerpo reacciona a mi.

—Lean...— Quiere usar un tono firme pero es traicionada ya que su voz sale en un suspiro.

—Está bien, está bien.

Quedate - Leandro Paredes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora