-¡Lo! - me volteé, y ahí estaba Ezra -, joder... - sonrió de lado y yo también lo hice, escuchando el portazo de la camioneta.
Rodé los ojos y le tomé del brazo -¿Dónde estabas? - alcé mi mirada para verlo mejor, este hombre es altísimo... o quizá yo sufro de enanismo.
-Buscándote, ¿y tú?
-Buscándote. - confirmó.
Sonreí casi mostrando mis dientes, cuando un grito me exaltó levemente.
-BILL, YA ENTRA AL PUTO AUTO. - Tom gritó -, YA.
-QUE NO LO HARÉ - con Ezra nos miramos ante los gritos de los gemelos, ahogando una risa -, VETE.
-Bill, tienes como cincuenta años, madura.
-Lámeme los huevos, Gustav. - abrí mis ojos con sorpresa, acomodando mi cabello.
Un bocinazo se hizo presente y me giré -¡YA, CABRÓN! - grité.
-¡A ti nadie te habló! - Tom sacó su mano por la ventanilla, mostrándome el dedo del medio.
Negué y lo ignoré... parece que eso es peor, puta madre.
-Yo, tengo que irme chicos... - Gustav musitó con temor -. Bill, ¿vienes?
-No. - este hijo de la verga -, me quedaré con Lo.
-Oye, Bill... - tomé su brazo, separándome de Ezra -. Ven un segundo... - le sonreí y lo llevé unos metros lejos de ese griterío.
-Dime. - sonrió.
-Escucha, no puedes quedarte conmigo... - no sabia el por qué le hablaba como a un niño, sentía la necesidad de hacerlo. -, iré a otro lugar... - estaba por explicarle que no podía quedarse conmigo, pero el ruido de las llantas en el asfalto hizo un gran estruendo. Ambos volteamos en esa dirección, para ver de qué se trataba...
Como pendejos seguimos con la mirada la camioneta que arrancó velozmente, dejándonos atrás. Volteé lentamente a verlo y estaba mirando todo algo así...
