diez

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𖤐





𝐋𝐨𝐥𝐚.

¡Joder, lectores! ¡A la guionista de mi vida si que se le esta haciendo costumbre alejarme de ustedes! Cabrona.

¿En dónde habíamos quedado...?

-¡Mierda! - Bill se quejó de dolor cuando lo empujé accidentalmente, haciendo que caiga de la cama. Mientras que yo algo entredormida le quitaba las sábanas.

Lo siento, ocupa mucho lugar. Aparte fue sin querer... ¿O no?

-Sh, cállate...- Murmuré con una sonrisa burlona, creyendo que se iría. Pero no, recibí un gran almohadazo en la cabeza. Un poco mas y me acomoda las ideas. -¡¡Bill, jodido niño!!

Despeinada y enfadada me senté en la cama, volteando para verlo y no pude evitar reír. Estaba de brazos cruzados, con el pelo que parecía que lo habían agarrado entre cinco a despeinarlo y su maquillaje completamente corrido.

Una obra de arte... arte callejero. Parecía una prostituta.

-¡¿Por qué me tiraste?! - Volvió a acostarse, pellizcándome fuertemente el brazo.

-¡Auch, para! - Lo jalé del cabello moviéndole la cabeza repetidas veces.

Linda forma de despertar un domingo. ¿Leen mi ironía, ¿no?

-¡Quítate! - Se soltó y se acomodó, dándome la espalda. Yo solo lo miré con asombro y con rareza. Tenía mucho sueño con para analizar la situación.

Tomé mi teléfono y vi la hora, cinco de la mañana. Esa parte de mí, se llama felicidad. Cuando vez la hora y sabes que puedes seguir durmiendo sin culpa, da mas placer que cuando dejan dinero en mi escote al bailar.

Volví a acomodarme y no pasaron más de cinco minutos que ya me dormí de vuelta. Tenia esa facilidad, es como un superpoder. Puedo cerrar mis ojos y dormir en cualquier lugar, desde pequeña. Hasta en la calle eh quedado dormida... ¿Chiste o trauma del pasado? Pueden ser ambas.

Me removí incomoda al sentir un lejano zumbido en mi oreja... Moviendo mi mano en el aire, intentando matar al puto mosquito que si pudiera le metería un balazo.

Comencé a desesperarme al seguir sintiéndolo, hasta que aun con los ojos cerrados di un gran golpe al aire, creyendo que lo había matado.

En realidad, le di una cachetada al pobre Bill.

Abrí mis ojos rápidamente y él estaba mirándome. Casi me cago de miedo, no les voy a mentir. Menos mal que ya era de día y no se veía tan aterrador.

𝗟𝗢𝗟𝗔 | 𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora