28. Delirante

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Primera etapa: mareado

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Primera etapa: mareado

El martilleo en su cabeza era constante. Presionó el talón de su mano en el lado derecho de la sien en un intento de calmar el dolor. Nop, siguió. Podía sentir el dolor en los hombros, el escalofrío que corrió por su espalda superior, aunque vestía una chaqueta. Bajó la mirada a los papeles; estaba ayudando a Erwin a contabilizar los cheques que recibieron en la noche del baile. Pero los números comenzaban a mezclarse y bailar por la página, sin importar lo mucho que se esforzaba para concentrarse.

Mia estaba entrenando al ciclo 103 esta mañana con Hange y Miche para permitirle la oportunidad de ponerse al día con el trabajo administrativo. Si no fuera por la sensación de mareo que estaba por todo su cuerpo, habría hecho que la pila bajara bastante. Cerró los ojos y respiró hondo, dentro y fuera, pero nada parecía mitigar el intenso dolor de cabeza. Té, necesitaba té.

Se levantó y caminó por el pasillo; ¿desde cuándo las piedras eran tan irregulares? Se tropezó un par de veces, pero fue capaz de mantenerse derecho, en su mayoría. ¿Era posible estarse congelando, pero sentirse caliente al mismo tiempo? Tal vez era la brisa fresca y fría en el aire.

En la cocina, sacó la tetera del armario de abajo (parecía más pesada de lo normal). Luego de llenarla con agua y colocarla en la cocina, sacó el té de hierba de limón de su bolsillo y comenzó a echar un poco en el filtro de té. Unas pocas hojas cayeron en el mostrador, «joder, qué desperdicio».

—¿Levi?

Se giró lentamente para ver a Mia en la puerta de la cocina y escuchó los pasos y conversaciones de los soldados que regresaban del entrenamiento de la mañana. Ella observó con confusión apoderándose de sus rasgos y se dio cuenta de que algo no estaba del todo bien con su capitán. Su usual postura perfecta estaba más encorvada y parecía haber una capa de neblina en sus ojos. Podía escuchar que su respiración era dificultosa.

—¿Qué?

—¿Estás... bien?

—De maravilla.

Volvió a remover el té con desgana después de limpiar las hojas de té que terminaron en el mostrador. La escuchó caminar hacia él y después de colocar una mano en su brazo, lo hizo darse la vuelta con suavidad para que lo mirara. Encontró difícil concentrarse en el rostro de Mia, sus ojos se entrecerraron un poco. Ella colocó el dorso de una mano en su frente y sus ojos se ampliaron.

—Tienes fiebre —dijo ella.

—No es nada. —Que haya arrastrado las palabras no hizo nada para ayudar con su caso.

—Necesitas descansar. Vamos, ven conmigo.

Mia sacó la tetera del fuego y agarró una bandeja de la mesa de la cocina, y lo acompañó por el pasillo de regreso a la oficina. Una vez que estuvieron dentro, siguió acorralándolo dentro del dormitorio. Colocó la tetera en la bandeja en una de las mesitas de noche.

Grey [Levi Ackerman] TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora