2. Té nocturno

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A Mia siempre se le hizo difícil alcanzar el sueño

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A Mia siempre se le hizo difícil alcanzar el sueño. Cuando vivía con sus padres en Shiganshina, a menudo se escapaba trepando por su ventana hacia el techo para mirar las estrellas o encendería una vela para ponerla al lado de su cama y leer un libro con una taza de té caliente. Pensaba que no servía de nada perder tiempo solo tratando de dormir. Su tiempo en la Legión no demostró nada diferente, aunque esta vez tenía una compañera de cuarto que considerar. Así que recorrió el pasillo en busca de un oasis perfecto para la noche, caminando descalza sin hacer ruido con una vela en la mano para iluminar suavemente los pasillos oscuros y se encontró a si misma en el comedor. Divisó un estante al lado de una ventana con arco, tres de ella en fila, y optó por la del centro. Colocando su vela en la mesa más cercana, notó el cojín desgastado en el borde y la delgada almohada y pensó que sería el lugar perfecto.

Se acomodó con su libro y se puso a leer, la luz de la luna iluminando las páginas. Sabía que los soldados de la Legión recibían ciertos días para ir a la villa, así que este libro que pronto terminaría sería llevado para intercambiarlo por una aventura fresca. La luna menguó y aun así el sueño no la encontró.

Lo que la encontró en su lugar fue cierto frio soldado de camino al comedor para su té. ¿Se consideraría té nocturno o de temprano en la mañana? La escuchó antes de verla, pero no supo que era ella en ese momento. Todo lo que escuchó fue el pasar de las páginas, el arrastre al cambiar de posición, la suave respiración. Aparentemente sonidos pequeños, pero eran fuertes cuando estabas acostumbrado al completo silencio. Mientras atravesaba el umbral de la puerta, le tomó unos segundos darse cuenta de que era la cadete con la que entrenó más temprano. Con su nariz enterrada en un libro y su cabello castaño oscuro suelto y desparramado, y solo habiendo conocido a la nueva recluta ese día en la mañana, le tomó un poco más reconocerla. Dio unos cuantos pasos en el comedor hacia la nueva recluta. Lentamente, se fue irritando con cada paso.

«¿Y se llamaba a sí misma una soldado de la Legión?», pensó casi con enojo cuando ya había acortado la mitad de la distancia y aún no había levantado la mirada de su libro. Pronto estuvo a unos diez pasos y cerrando más la brecha antes de quedarse quieto. De seguro notaría...

Un minuto...

Otro minuto...

Otro...

―Tienes que estar bromeando.

―-¡Jodidas Murallas! ―Casi cayó de su silla y su libró cayó con un fuerte ruido sordo en el suelo, su cuerpo se sacudió antes de que recuperara el equilibrio y se sentó enfrentando al capitán. Lo miró hacia arriba, con su pulso acelerado, para verlo con sus brazos cruzados sobre su pecho y vio la irritación en su rostro.

―Lenguaje ―dijo simplemente. Ella se inclinó para recoger su libro y se levantó, ofreciendo un saludo militar débil.

―Hola.. capitán.

―¿Me dirás por qué estás aquí después del toque de queda?

―No podía dormir, señor.

―¿Y estás sorda o qué? No me escuchaste caminar hacia acá en una habitación en completo silencio.

Grey [Levi Ackerman] TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora