Una cena inolvidable

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Subí a mi habitación a prepararme para la cena de Blaise. Harry me había enviado una hermosa lechuza albina que indicaba que llegaría en un par de horas. Tiempo suficiente para alistarme.

Sabía que Blaise era un excéntrico y un romántico sin remedio, así que debía buscar un traje formal para esta noche.

Con muchas divagaciones en mi mente no pude evitar pensar en el cambio tan grande que mis padres tuvieron con respecto a Harry. Parecía como por arte de magia.

Una vez que había terminado de tomar un baño, empecé a colocarme lentamente mi vestimenta, no sin antes mirarme en el espejo. Sabía que era atractivo, sabía que tanto mujeres como hombres adoraban mi cuerpo en Hogwart. Lo que realmente me inquietaba y ponía nerviosos es no saber si a Harry le gustaría. Estos nuevos sentimientos e inseguridades tendría que hablarlas con él en algún momento, pero esta noche no pasaría.

No. Esta noche sería una noche de comida, Blaise siendo Blaise y también de obtener muchos mimos y besos de mi pareja.

Cuando terminé de vestirme escuché a mi gato maullar como todo un dramático.

-¿Que sucede precioso? ¿Ya quieres ver a Harry, cierto? Yo también, amor.- Me ignoró drásticamente y se fue con paso elegante lejos de la habitación.

Gato grosero, no puedo dejar de amarte aunque me trates tan despectivamente.

En fin, di mis toques finales al traje y me dispuse a retocarme un poco mi cara. Solo utilizaría un polvo muy sutil y un labial humectante por si mis labios  lo necesitaban.

"No me engañas", dijo mi inconsciente, "te aplicas más rubor y más brillo para que Harry te adule más de la cuenta"

-Bueno y si eso fuera cierto ¿Qué pasaría? No veo nada de malo en que mi futuro esposo me diga cosas lindas.- Dije cayendo en cuenta que discutía en voz alta con la nada. -Draco Malfoy pon los pies en el suelo, no vayas a ponerte todo iluso y empalagoso.- Me decía a mi mismo frotando ligeramente mis mejillas y dándole palmaditas.

-Joven amo. Lord Potter está aquí señor.- Dijo Dobby.

Mi corazón saltó como si hubiese corrido un maratón de horas y empecé a sudar en la palma de mis manos. No pude evitar sonreír mientras le decía a Dobby que lo pasara a la sala principal de la mansión.

Dando los retoques finales a mi cabello, baje las escaleras que conducían a donde se encontraba Harry y cuando abrí la puerta y lo vi, juro que mis nervios impidieron que me cayera hacia atrás.

Merlín, estaba asquerosamente perfecto. Muy tarde para no ser empalagoso. Su traje le quedaba a la medida y el porte y la confianza que reflejaba por todo su cuerpo lo hacían parecer de ensueño.

 Su traje le quedaba a la medida y el porte y la confianza que reflejaba por todo su cuerpo lo hacían parecer de ensueño

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-Mi príncipe.

Harry me dio una sonrisa perfecta, acercándose y sujetándome de la cintura con sus brazos mientras yo me derretía dentro de su cuerpo.

La vida de Harry Potter no tiene un día de aburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora