Sangre y muerte

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Hace 15 años atrás. Un Harry de 20 años.

-Querido, por favor, es la hora de la cena, debemos esperar a tu padre.- Decía Petunia mientras veía como su perfecto hijo metía las manos en la comida con ímpetu, sin prestarle atención a sus débiles intentos de educación.

-¿Para qué? De seguro está cenando con la mujer del parque, Samanta creo que se llama.- Masticaba y hablaba Dudley al mismo tiempo. -O con esa chica guapa de la calle Houlson, Raquel o Channel o como se llame la muy zorra.- Sin importar los sentimientos de su madre por las múltiples infidelidades de su marido.

Él solo seguía comiendo.

-Por favor.- Decía temblorosa Petunia. -Te pido que no digas eso, mi rey. Prepárate, estoy segura que papá pronto va a venir.

Y con esa afirmación, tocaron la puerta.

-¿Lo ves? Su familia es más importante que cualquier cosa.- La mujer fue feliz a abrirle la puerta a su marido, pero cuando ésta se abrió toda sonrisa en su rostro desapareció.

-Buenas noches, Petunia.

Había un chico, uno que no debía tener más de veinte años, alto, fuerte, imponente y una presencia poderosa. Pero eso no fue lo que le quitó el aliento a la mujer.

No.

Lo que le hizo temblar de miedo es que ella conocía a ese chico perfectamente.

Esos ojos eran inconfundible.

Esos ojos, que solo pertenecían a Lily, los podía ver en la cara de ese hombre.

-Harry.- Susurró con preocupación.

Harry sonrió alegremente.

-Que bueno que aún me recuerdes, tía, me alegro por ello. Ha pasado mucho tiempo.- El hombre sin esperar invitación entró a la casa y puso cara de asco cuando vio a su primo sentado en la mesa comiendo como un cerdo. -Tu no has cambiado nada, eso me alegra también.

Dudley levantó la cabeza y vio a un hombre apuesto y arrogante.

-¿Quién diablos eres?- Dijo el otro joven con soberbia y mala educación.

-No te preocupes, en un segundo recordarás nuevamente mi nombre.

Y con esas palabras Harry levantó su mano hacia su primo y realizó un hechizo no verbal, causando que su primo se elevara por los aires, se levantara hasta llegar al techo de la casa y se desplomara con mucho dolor y un ruido sordo al suelo.

-DUDLEY.- Gritó Petunia, corriendo para auxiliar a su hijo.

Pero Harry se lo impidió paralizando sus pies con una melaza que le provocaba irritación y una gran quemadura en su piel, haciendo que la mujer empezara a llorar.

-No querida, por favor no llores.- Decía Harry con falso interés. -¿Qué diría tu esposo si viera a la perfecta Petunia Dursley como una pueblerina llorando por un simple hechizo de un moustruo como yo?

-Vernon.- Lloraba la mujer. -Él va a parar todo esto...

-¿Quién parará esto, Petunia? ¿El infiel de tu marido?- La mujer lo miró impresionada. -Sí. He visto muy de cerca la vida que tienen desde que me fui con Sirius, tal vez él me haya criado con nuevos principios y valores y decía que la venganza solo genera odio y dolor en tu corazón. Y no me malentiendas, yo siempre le he tenido una fe muy grande a mi padrino, pero cuando me dijo eso, en lo único que podía pensar es que no iba a cobrar venganza, solo iba a hacer justicia. Una justicia que se me arrebató desde que nací y la cual recuperaré el día de hoy.

La vida de Harry Potter no tiene un día de aburridaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora